Unos consejos sobre cómo manejar las herramientas compartidos por un amigos que talla imágenes religiosas es toda la formación que ha recibido Manolo Cirugeda, artesano afincado en Alcorisa desde hace más de 35 años, para crea increíbles figuras de madera y alabastro. Después de que lo prejubilaran como minero hace 20 años se aficionó a hacer «cosas» en madera. Primero fueron los aleros de su casa, después pasó a tallar los frontales de las puertas y crear muebles como el recibidor de su casa. «Poco a poco me fui aficionando a hacer un poco de talla».
Este interés no solo se ha mantenido con el paso de los años, sino que ha ido evolucionando hasta crear esculturas a partir de restos de madera o troncos de árboles enfermos, en las que plasma figuras geométricas, abstractas o hiperrealistas.
A diferencia de muchos artistas Manolo adapta sus ideas al material que tiene. Previamente realiza un dibujo para plasmar cómo quiere que sea la futura creación. «Si la figura es más complicada suelo recrearla en barro porque me permite hacerme una idea de volúmenes y profundidades». Luego solo falta quitar y rascar todo lo que sobra para dar forma a su idea. «Una vez que está la pieza hecha me gusta terminarla con goma laca porque deja un brillo muy natural».
Siete años después de empezar su trayectoria como artesano, el alabastro llegó a su vida. «Un amigo me invitó al Simposio que celebran en Albalate para que conociese el material y me traje un trozo a casa». Descubrió las posibilidades que le ofrecía este material. «No me costó hacerme a él porque tiene casi mejores cualidades que la madera, tiene la virtud de que se trabaja muy bien y da unos resultados rápidos». Sin embargo la fragilidad de este material le ha jugado malas pasadas, «una pieza delicada que hice con este material, que representaban unas telas en movimiento, se me rompió durante un viaje, pero la he vuelto a reproducir en madera para recuperarla», explica Manolo que lamenta que en este país no se valore el alabastro como en otros países en los que es considerado como «una piedra semipreciosa y en esta zona tenemos casi el 85% de la producción mundial».
A su pasión por la madera y el alabastro hay que sumar su afición por la reproducción de aperos de labranza, una colección que ha ido aumentando considerablemente su número de piezas durante estos años. «La empecé a hacer porque mi generación es la última que ha conocido estas herramientas en los campos». Cada una de las piezas están hechas a escala y con los materiales reales. «Hay partes en hierro y otras en madera», declara.
Su trabajo ha estado expuesto en varias ocasiones por localidades vecinas como La Mata de los Olmos, Aguaviva o Albalate del Arzobispo durante sus fiestas patronales. Algunas de sus piezas también han estado expuestas en Teruel. «En Alcorisa también expuse durante la Semana Cultural hace 7 u 8 años», indica.
Sin embargo nunca le ha entrado el gusanillo de presentar sus trabajos a concursos. «No es mi objetivo, no pretendo conseguir nada porque hago las cosas por el gusto de hacerlo«, explica Manolo Cirugeda. Tampoco se plantea la posibilidad de vender sus piezas, únicamente ha hecho alguna por encargo de algún amigo para regalar.
Este vecino alcorisano, natal de Fuentes Calientes, artista autodidacta reconoce que pierde la noción del tiempo cuando se pone a trabajar en su taller, rodeado de su colección herramientas, troncos y piezas de alabastro que esperan a ser convertidas en obras de arte. Cirugeda cede el testigo a Fernando Brun, escultor de Calanda.