Cuatro familias albalatinas han sido desalojadas de sus viviendas como consecuencia de los efectos de la borrasca Gloria de finales de enero. La gran cantidad de agua que el temporal descargó en pocas horas siguió filtrando durante días hasta causar desprendimientos en varios edificios ubicados entre el cuartel y la plaza.
La mayoría de los inmuebles se encuentran vacíos y en algunos la humedad provocó el hundimiento de prácticamente toda la estructura interior. Se trata de entre cinco y seis pisos sobre suelo y de entre dos y tres de bodega, por lo que el firme tampoco es estable.
Este es el segundo desalojo. El primero se produjo la noche del 27 de enero en plena borrasca cuando hubo derrumbes en dos viviendas. Se sacó de casa a la familia que comparte fachada con una de las dañadas. Regresaron a la mañana siguiente tras las comprobaciones de la arquitecta.
Varios propietarios se dispusieron a realizar acciones que aconsejó la arquitecta para evitar la caída de algunos cascotes de su fachada a la vía pública. Sin embargo, días después del temporal, y como consecuencia de las filtraciones, se dieron los grandes desprendimientos en más edificios, unos daños que llevaron al Ayuntamiento a declarar la situación de emergencia. «Hay que entrar a derribar lo poco que ha quedado en pie de muchas casas que por dentro tienen los pisos hundidos», dijo la alcaldesa, Isabel Arnas.
Desde el Consistorio se realizó una revisión de todos los edificios accesibles. A los que son segunda residencia directamente se restringió el acceso. Se procedió entonces al desalojo de varias familias de la manzana por precaución. Quieren evitar que haya vecinos durante el proceso. Para cuatro es su primera vivienda y los que residían de alquiler buscaron otra opción. Son 10 personas en total las que desde comienzos de mes aguardan a volver a casa pero en el caso de una de ellas, -la que ya fue desalojada en enero-, no será así. Su casa deberá ser derribada para permitir el acceso de la maquinaria porque el cantón Curto apenas mide de ancho 1,20 metros. Las otras tres buscaron amigos o familiares pero esta familia sí se acogió a la opción del Consistorio de ocupar el albergue, actualmente sin actividad. Allí seguirán hasta que el Ayuntamiento les pueda permutar por otra vivienda de similares características. «Ahora no tenemos la seguridad garantizada para derribar nada», dijo Arnas.
Ayuda técnica y burocrática
Quieren acometer el derribo cuanto antes pero a los problemas técnicos se están sumando también los burocráticos. «Son muchos propietarios y hay que llegar a acuerdos. Entiendo que el Ayuntamiento debe acompañar en esto porque el derribo no lo puede hacer cada uno como quiera», reflexionó y apuntó al símil del castillo de naipes. «Si uno entra a tirar una casa, van a caer todas. Hay que tomar todas las medidas para que sea lo más controlado posible», concluyó. Al mismo tiempo desde el Ayuntamiento se han cursado todas las ayudas posibles a las instituciones. Han recurrido a DPT, Subdelegación del Gobierno y DGA en una reunión con la directora general de Vivienda.