El XIII Festival Internacional Buñuel-Calanda ha dejado muchas historias. Entre ellas, la de dos jóvenes polacos.
Con un cartel en cartón en el que ponía «Calanda» en letras bien grandes, Dominika Zielinska y Mateusz Michalski, dos jóvenes polacos de 25 y 26 años se presentaron el martes en el CBC. Lo llevaban encima, en la mano, porque fue el gancho indispensable sin el que no hubieran llegado nunca al pueblo.
Si el primer fin de semana, fue el holandés Joost Conijn el que llegó tras cruzar los Pirineos pilotando su avioneta, el martes fueron los dos polacos los que llegaron a Calanda en coche. En un coche ajeno porque su viaje desde que aterrizó su avión en Barcelona procedente de Varsovia, lo hicieron en autostop, una práctica muy común en Polonia pero no tan extendida en España.
De hecho, no ha sido fácil pero en ningún momento han perdido la sonrisa y, al final, consiguieron llegar a su destino al que le siguió Fuendetodos porque, de la cuna de Buñuel, su próximo destino era la de Goya. Los dos han estudiado cine.
«El último año lo he pasado estudiando español pero hice la carrera de cine», explica Dominika. Habla bastante bien castellano y, en la noche del miércoles, mientras trata de despedirse de todo el mundo, trata de explicar el motivo de su llegada. «Estoy preparando la tesis y voy en busca de los autores surrealistas españoles y Buñuel está entre ellos, me encantan sus películas», dice. De hecho, no sabe con qué etapa de su obra quedarse.
Se despidieron en la noche del miércoles después de solo dos días que, aunque han sabido a poco, están seguros de que han sido el inicio de algo más. «Estoy segura de que nos volveremos a ver», dice ella despertando la risa de Mateusz.
Su llegada a Calanda en autostop no dejó a nadie indiferente. Despertó ternura y curiosidad a partes iguales. Cargados de sus mochilas y sacos de dormir en los que han pasado muchas noches se presentaron en el CBC y fueron, literalmente, adoptados por la organización.
Una llegada con sabor a tapa
Su aparición se hizo notar básicamente porque llegaron justo la noche en que se hizo la demostración de cómo se cocina la tapa «Un perro andaluz». Cuando Laura Contreras como presentadora pidió voluntarios para degustarla, Dominika no se lo pensó. Tras probar la creación y dar su visto bueno, el público conoció quiénes eran y cómo habían llegado. Se llevaron el aplauso y la admiración de todos. La sorpresa también fue para ellos porque no esperaban encontrarse con el festival. «Pensábamos que era en junio, así que, la alegría ya no puede ser mayor», reían sorprendidos.
Después de tantas emociones concentradas en apenas unas horas, la noche del miércoles comenzaron a despedirse mientras en el patio se proyectaban «Los tres funerales de Melquiades Estrada». Se marcharon a dormir abrumados y agradecidos y sin perder la sonrisa. «La gente de Calanda es un sol como se dice aquí. Nos han tratado muy bien, nos vamos con pena», dijo ella. Se llevaron gratitud y contactos y su aparición en varios medios, entre los que también despertaron curiosidad y ternura a partes iguales.
*Más información en la edición impresa