Se acaba de publicar el descubrimiento de una nueva especie de caracol acuático, bautizado como Hadziella forneri, hallado en la localidad de Calanda. Se trata del caracol más pequeño de la península ibérica, con un volumen de aproximadamente 0,1 milímetros cúbicos. Sus dimensiones son aproximadamente 0,75 mm de diámetro y 0,25 mm de altura, y tiene forma discoidal, siendo incluso bastante menor que otras especies conocidas del mismo género, que habitan en Italia, Croacia y Eslovenia. A modo de ejemplo, un melocotón típico de esa localidad turolense, de unos 75 mm de diámetro, o un vaso de agua de 200 ml, podrían contener hasta dos millones de ejemplares de la nueva especie de caracol, si comparamos sus respectivos volúmenes.
La nueva especie pertenece a la llamada fauna estigobia, que vive en las aguas subterráneas intersticiales, la que se filtra entre las rocas y el substrato de grava y arena. Esta fauna presenta adaptaciones extremas a su hábitat, como la ceguera y miniaturización de sus órganos y estructuras, y solo se halla en acuíferos y aguas subterráneas de excelente calidad. En la península ibérica se conocen más de 70 especies de moluscos estigobios, la mayoría de ellos en el nordeste y la cordillera Cantábrica. Suelen tratarse de endemismos con rangos de distribución muy reducidos, frecuentemente presentes en una sola cuenca fluvial o incluso un único acuífero.
El descubrimiento se realizó en octubre de 2021 por parte de aficionados de la Asociación Catalana de Malacología, que tienen un amplio bagaje en el estudio de estos organismos. Todo el trabajo se realizó de forma autofinanciada, sin apoyo económico de ninguna entidad u organismo, como todos los trabajos previamente realizados por esta entidad.
Este descubrimiento pone de manifiesto lo poco que se conoce de la fauna estigobia en España, que sin embargo constituye uno de los principales puntos de biodiversidad subterránea de Europa y del mundo. Su presencia indica una excelente calidad de las aguas del acuífero, ya que estos organismos son muy sensibles a su deterioro, por contaminación química u orgánica. Son en este sentido excelentes bioindicadores de las aguas subterráneas, mejor incluso que los parámetros físico-químicos que suelen medirse para su monitoreo. Por contra, cualquier agresión a su medio puede ponerlas al borde de la extinción, por lo que se requiere un grado máximo de protección de estos ecosistemas, que son los que nos garantizan el agua que necesitamos como sociedad.
madre mía otro milagro lo que les falta a los de Calanda
y lo orgullosos que estamos los calandinos de todas las cosas buenas de este gran pueblo
fina que no digo lo contrario es ironía
¿seguro que son sólo dos millones? tal y como son sus melocotones, al menos, deben caber 4 millones, ¡que son de Calanda!
De Calanda al cielo y lo demás son ostias siempre igual