Los alcañizanos desafiaron rachas de hasta 65 kilómetros por hora y celebraron el Santo Entierro y el sellado del Sepulcro
Los tambores de Alcañiz desafiaron al viento y sonaron con fuerza en la procesión del Santo Entierro y el posterior sellado del Sepulcro. Pese a que la temperatura fue agradable y brilló el sol, las rachas de viento de hasta 65 kilómetros por hora complicaron el desarrollo de la procesión, hasta tal punto que los carteles de las tribus y continentes no salieron de la iglesia por precaución.
Como cada Sábado Santo las calles de Alcañiz se tiñeron de azul celeste con las túnicas de más de un millar de tamborileros, que impasibles redoblaron sin descanso hasta el último instante. 350 baturros les acompañaron llevando las tortas de Pascua bendecidas, y con sus trajes y mantones ofrecieron una preciosa estampa multicolor. También procesionaron otras peanas como la Burreta, la Oración en el Huerto, Jesús Nazareno, la Verónica y la Dolorosa, además de personajes característicos de la Semana Santa como las sibilas, las hebreas, la Samaritana y los Reyes Magos.
El instante más emotivo llegó pasadas las seis de la tarde, cuando tuvo lugar el sellado del Sepulcro custodiado en todo momento por la Guardia Romana. Los alcañizanos conmemoraron la «victoria sobre la muerte» con este acto, uno de los más multitudinarios de toda la Semana Santa. Con el Cristo ya envuelto por la sábana y el Sepulcro sellado se produjo el momento cumbre: el «suenen los tambores» desató un estruendo incomparable que simboliza el momento en que la Tierra se estremece con la muerte de Jesús.
Los tambores de Alcañiz cesaron paulatinamente tras el sellado del Sepulcro y aguardarán hasta la próxima Cuaresma para volver a retumbar con la potencia que les caracteriza. La Semana Santa alcañizana llegará hoy a su fin con la procesión de las Palometas, que se celebrará a las 13.00 en la plaza de España.