El cretense es arzobispo de Barcelona desde finales de 2015
El Papa Francisco ha anunciado hoy por sorpresa el nombramiento de cinco nuevos cardenales, entre los que se encuentra el cretense Juan José Omella, actual arzobispo de Barcelona. Todos ellos son menores de 80 años y por tanto, considerados electores en caso de la celebración de un cónclave para escoger a un nuevo Papa.
El nombramiento oficial tendrá lugar en un acto que se celebrará el 28 de junio. «Su procedencia de varias partes del mundo manifiesta la catolicidad de la Iglesia difundida en toda la tierra y la asignación de un título o diaconía de una parroquia testimonia la pertenencia de la diócesis de Roma, que preside», ha manifestado Francisco tras el rezo de Regina Caeli. Un día después, el 29 de junio, cuando se celebra la fiesta de San Pedro y Pablo, tendrá lugar la misa con los nuevos cardenales
Omella, nacido en Cretas en 1946, recibió la ordenación sacerdotal en 1970 y empezó a trabajar como coadjutor y como párroco. Entre 1990 y 1996 fue Vicario Episcopal en la archidiócesis de Zaragoza. En 1996 fue nombrado obispo auxiliar de Zaragoza y tres años más tarde pasó a ser obispo de la diócesis de Barbastro-Monzón. Entre 2001 y 2003 fue Administrador Apostólico de Huesca y de Jaca, hasta que el 8 de abril de 2004 fue nombrado obispo de la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, su último destino antes de ser nombrado arzobispo de Barcelona.
En un primer momento, el nombramiento de Omella como arzobispo causó cierto recelo en la jerarquía eclesiástica catalana. Omella, firme defensor de la vuelta de los bienes de las parroquias de Barbastro-Monzón a sus lugares de origen, quitó enseguida hierro al asunto afirmando que «todos quieren un arzobispo de su tierra. Esto pasa en Andalucía, en Aragón y también en Cataluña». Omella ha asegurado en más de una ocasión que las sentencias del Vaticano que ordenan la devolución de los bienes de las parroquias aragonesas depositados en Lérida «atan de manos» a los responsables de las diócesis implicadas y obligan a su cumplimiento. No obstante siempre ha descartado cualquier tipo de mediación al ser un «problema» entre dos diócesis, Lérida y Barbastro-Monzón.
El arzobispo de Barcelona es un hombre al que le gusta el contacto con la gente y que desea conocer la sociedad en la que vive; un arzobispo que manifestó su deseo de poder viajar en transporte público y así lo hace: «Me desplazo en metro e incluso ya he tenido mi primera confusión de lineas, pero afortunadamente unas personas muy amables me dijeron qué dirección tomar», afirmó el día de su nombramiento.