El color lo inunda todo en la Oficina de Turismo municipal de Valderrobres. A la luz que atraviesa los ventanales se suma la alegría de las paredes de la que se ha ocupado Esther Galdón. Son sus últimos cuadros los que presiden los muros y así será hasta el 25 de junio cuando ceda el testigo a la siguiente firma invitada.
«Es una maravilla contar con una oficina así y que se abra al arte como lo hace», reflexiona Galdón. Todo lo que ha expuesto es obra nueva y la temática enlaza con la de la última muestra que retiró hace unas semanas de Galería22 en La Fresneda con el nombre ‘Aliviada angustia’. En aquella se centró en el confinamiento, en lo más duro de la pandemia. La de Valderrobres se llama ‘Tartir’. «Es una palabra aragonesa que empleamos mucho en esta zona como acción de respirar, chistar», dice. «Tiene todo el sentido porque aquí ya hay como un respiro, una tranquilidad de volver a empezar», añade. Eso, respecto al confinamiento y la sensación de salir de él, porque en la exposición toca varios temas que le preocupan e inquietan.
Aparece la guerra en Ucrania o el cambio climático con el cuadro que abre la muestra y que le salió después de la cumbre del G-20. «Yo estaba un poco enfadada con el resultado de la cumbre», dice. Eso se nota, como también se nota su sensibilidad a la hora de plasmar realidades tan crudas como son las personas migrantes en el mar. «Sí, todo lleva color… Trabajo con ellos y con colores vivos también se puede expresar la tristeza, no todo tiene que ser negro o gris porque tiene que haber un punto de esperanza, yo soy un poco así», sonríe. Hay espacio para para la homenajear la vida en los pueblos que ella defiende y lo hace con una obra que hizo en la primera escapada permitida en pandemia. Viajó a Albarracín y volvió con más colores en la retina.
«Todo me inspira, lo que me ocurre, vivo y lo que pasa en el mundo; y las luces y los espacios influyen muchísimo», apunta. El Matarraña es una fuente de inspiración en sí misma. Ella, aunque nacida en Cataluña, desde niña tuvo lazo familiar con La Fresneda y ese vínculo lo terminó de estrechar cuando se instaló hace años en Valderrobres «por amor».
Prefiere el acrílico para pintar porque seca antes que el óleo y le permite jugar con las veladuras, algo que no brinda la acuarela. «Uso muchas capas, como Da Vinci con el ‘sfumato’ para crear perspectiva», sonríe. En la exposición hay un cuadro que difiere del resto. Uno que recuerda a sus inicios con lo abstracto antes de ir poco a poco a lo figurativo. «También pintaba mucho cuadro muy grande, muy explosivo todo… No quiere decir que no vuelva pero ahora estoy en este momento y los retratos me siguen saliendo», cuenta.
Galdón es licenciada en Bellas Artes y cada exposición es fruto del trabajo, de echarle horas diarias. No tira de bocetos, pinta lo que sale y eso a veces tarda muy poco y otras hay que intentarlo unas cuántas. «Desde luego, no sale nada si te pones un ratito y a mí me gusta estar siempre haciendo obra nueva para exponer», dice. Su extensa carrera, sus proyectos y reflexiones se pueden repasar en su blog, que es su ventana en internet, así como a través de su Instagram (@esthergaldonmatarranya).