Hace tiempo que Valderrobres asoció su nombre al cine. En concreto, al mundo de los cortometrajes creados en el ámbito educativo en el colegio Vicente Ferrer y detrás de esta iniciativa está Lorenzo Latorre. Es profesor de este centro y director en la actualidad. Siempre ha creído en los beneficios que confiere emplear en clase las herramientas que dan las artes como el cine y en llevar esto a la práctica pone sus empeños desde hace años. Esfuerzo recompensado en varias ocasiones con premios de ámbito nacional. Son ya unos cuantos y el listón creativo está alto.
Por la vía del cine ha sacado Latorre la sangre artística que corre por sus venas desde que su padre le puso una bandurria sobre las rodillas. Ahí se dio cuenta, con apenas 6 años y sacando ya sus primeras notas de oído, de que no se le daba mal. Decidió seguir pulsando cuerdas y desde entonces no se separa de la guitarra. «Hay gente en el colegio que se sorprende cuando se entera de que también soy músico… ¿De dónde salen las músicas de los cortometrajes que hacemos en clase?», bromea. «Cuando llegó el momento de decidir qué quería hacer con mi vida me pudo mi personalidad práctica y elegí seguir por la docencia y la música se quedó en una afición», recuerda. Lo de afición, en el sentido de que no es su profesión porque en la práctica, su relación con la música está muy viva. De hecho, tiene un objetivo claro que es sacar adelante un proyecto de jazz llamado Lovazz. El dúo empezaba a ir siendo conocido en febrero tras meses moviéndose en escenarios pero la pandemia lo paralizó todo.
Lorenzo vive en Cretas desde hace más de quince años. Lo que tampoco muchos saben del director del cole de Valderrobres es que es oriundo de Tamarite de Litera. En esta localidad oscense nació en 1971 y allí empezó su idilio musical en la rondalla, en una época en la que no había escuela de música. Con el tiempo cambió la bandurria por la guitarra clásica en el conservatorio de Monzón primero y en el de Zaragoza después, clases que compaginaba con las de Magisterio. Al acabar ambos estudios se decantó por guiar sus pasos profesionales hacia la docencia y preparar oposiciones.
El colegio Emilio Díaz de Alcañiz fue su primer destino. «Era un chavalín y fue un reto comenzar en un centro tan grande pero recuerdo esos años con mucho cariño», sonríe. La música siempre ha ido paralela a su trabajo y en ese tiempo en la capital bajoaragonesa tocó también con un par de agrupaciones.
El siguiente destino hace 16 años fue el colegio de Valderrobres y se instaló en Cretas. En su casa se montó un pequeño estudio en el que ahora pasa muchas horas haciendo sus composiciones, montajes y muchas pruebas porque siempre ha sido (y es) un investigador. «Con veintipocos años descubrí que con un ordenador se podía componer música, ahora es lo común pero entonces era el final de los 90 y era algo muy novedoso», añade. De esta estancia, «que se asemeja más a un laboratorio», han salido cosas maravillosas: desde la masterización de algunos discos que muchos artistas grababan en otro estudio que hubo en Cretas y al que él «echaba una mano», hasta las grabaciones con sus grupos pasando por los montajes y composiciones para los cortometrajes escolares. «Tener esta tecnología fue nuestro punto diferencial», reconoce. Uno de esos artistas a los que echó una mano en la masterización de uno de sus trabajos fue a Àngel Villalba, cantautor de Fabara y por quien fue propuesto para EncontrARTE.
Energías puestas en Lovazz
Latorre lleva una década haciendo música con Ya babé y desde hace unos meses también está metido de lleno en sacar adelante Lovazz, un dúo de jazz con la vocalista de Ya babé. «Es nuestro reto porque es un proyecto muy cuidado en composiciones, arreglos… Todo», apunta. Hace tiempo que le tenía ganas al jazz y a desarrollarse como músico en este género.
«Hace unos años me decidí a aprender y tomé clases en Zaragoza pero llevarlo a cabo aquí no era fácil porque no abundaban los músicos de jazz y ahora hemos conseguido iniciar el proyecto», comenta. No oculta su ilusión por esta nueva andadura a la que siguen dando forma y vida llamada Lovazz que ya cuenta con más de una treintena de temas compuestos listos para saltar a escena. «Ahora en el confinamiento mi obsesión es mejorar más y más con la guitarra y yo disfruto mucho», concluye.