La pintura como canal de expresión y la naturaleza y el ser humano como inspiración. Marian Tjim vive el arte, el dibujo y la pintura desde su más tierna infancia y juventud. Tjim lo tiene muy claro. El acrílico, la acuarela, el dibujo y el collage son solo algunas de las disciplinas que la pintora plasma en sus lienzos. Siempre ha pintado y ha diseñado lo que ha querido y ha sido muy cuidadosa a la hora de no dejarse influenciar por nadie en el momento de crear una obra. «Toda mi obra nace de lo que siento. Nunca trabajaría bajo presión ni bajo influencia de los demás», explica.
Su obra recoge tanto desde motivos coloristas y referentes a la naturaleza como retratos y obra más monócroma. Buena parte de su creación alberga una pintura muy expresiva. Todo el que contempla su obra es espectador de distintos sentimientos que la artista intenta transmitir. En estas casi cuatro décadas de creación artística, tal y como explica, su obra ha sufrido una gran evolución.

La artista procede de la ciudad holandesa de Alkmaar, se estableció en Valderrobres con tan solo 26 años en 1991. Reconoce que se enamoró del Matarraña nada más llegar y especialmente de su marido, Jose María Coronas, que falleció recientemente de forma repentina y prematura. «Llegué a Valderrobres en agosto y de noche. Cuando por la mañana vi el pueblo no me podía creer lo que estaba viendo», recuerda.
La pintora ha expuesto su obra en la práctica totalidad de salas de exposiciones y galerías del Matarraña y del Bajo Aragón Histórico, así como en establecimientos hosteleros, en Zaragoza, en buena parte de Aragón y en fuera de España, principalmente en Holanda. Sin embargo recuerda con especial magia una exposición que llevó a cabo en el santuario de Santa Bárbara de Horta de Sant Joan. «Me encantaría repetir allí», enfatiza.
Durante estos días y coincidiendo con las jornadas de la trufa, la artista expone parte de su obra en el restaurante La Fábrica de Solfa de Beceite en la exposición titulada Ida y Vuelta que constituye una retrospectiva a su obra desde sus inicios hasta la actualidad y que dedica a Coronas. Aunque tuvo oportunidad de exponer durante estos días en una sala de Nueva York, lo cierto es que Tijm reconoce que, por el momento, busca la tranquilidad.
El recuerdo de su marido está presente en toda la entrevista y la artista recuerda mil anécdotas. Destaca el gran respeto que José María siempre tuvo hacia su obra. «Él sabía que no me gusta que opinen de mi obra cuando la estoy creando porque no quiero que me influyan. Y siempre lo respetó», explica. Reconoce que tiene temporalmente abandonada la creación artística pero confía en poder retomarla pronto. «José Mari me dio la vida. No hay otro como él y lo echo mucho de menos. Pero estoy muy contenta de haberlo conocido», confiesa.
Pese a que en los últimos meses ha reflexionado mucho tiene muy claro que no se irá del Matarraña. «Esta tierra es maravillosa, desde el primer día conocí a multitud de artistas y tuve una acogida extraordinaria. Aquí he podido hacer siempre lo que he querido», añade.

Pese a conocer a un gran número de artistas en todo el Bajo Aragón, Tijm decide ceder el testigo de la sección EncontrArte al artista senegalés Amadou Lomb, afincado en Valderrobres desde hace varios años y que expuso parte de su obra este verano en el Castillo de la capital del Matarraña. Tijm destaca el «gran corazón» artístico que posee. «Ha luchado muchísimo. Me parece importante destacar que él trabaja y se gana la vida para luego poder crear y dedicarse al arte, y no al revés», explica.
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