Desde que escuchó una trompeta tuvo muy claro que ese era el instrumento que quería tocar. Ahí desestimó el clarinete, que a sus siete u ocho años de edad era el único que conocía. Andrés Nebot Pitarch (1986) agarró la trompeta siendo un niño en Alcañiz y 26 años después sigue siendo su medio de vida. En noviembre cumplió ocho años años como trompeta solista en la Orquesta Filharmónica del Teatro de Cottbus, en el estado alemán de Brandenburgo. A ello dedica su vida profesional, que combina con impartir clases a cinco estudiantes en el conservatorio y a una en la universidad.
El año se presenta completo, con la sensación de que en estos tiempos de salida de la pandemia, existe una cierta tendencia a recuperar programaciones que se quedaron en el tintero. Es lo que sucedió durante la temporada pasada que define de «muy dura». Especialmente lo fue el mes de mayo, cuando coincidieron tres programaciones seguidas que esperaban desde 2020. «La exigencia del repertorio te marca la dureza de la temporada y ese mes en concreto lo fue mucho para los metales», dice. «Hicimos un concierto de música de película y en cualquier banda sonora la trompeta tiene momentos muy relevantes», cuenta. Enlazaron esa semana con la Segunda Sinfonía de Mahler Mullet, y de cierre, un concierto con tres cantantes de soul con la sección de metales al estilo bigband. Este año lo inició con ‘Tristán e Isolda’. «Es una ópera de cinco horas y media, es muy larga y requiere de mucha concentración, pero no es excesivamente dura para las trompetas», apunta. Marzo vuelve a llevar el nombre de Mahler, en este caso con la Quinta Sinfonía que ya empieza con un gran solo de trompeta. Strauss aparece en los planes próximos con ‘El caballero de la rosa’, una ópera de cuatro horas y media con un repertorio también exigente.
A todos estos factores acopla Andrés su mantenimiento. Llegar a trompeta solista no es fácil pero seguir ahí lo es menos. Rutina es la palabra a la que recurre Nebot, que recuerda un consejo de su profesor en Zaragoza. «Me decía que en esto tienes que empezar como un viejo y terminar como un joven», sonríe. Siempre hay que estar en forma y para eso «la planificación y ser constante con una rutina con el instrumento es clave». Y aplicando la lógica y escuchando al cuerpo. «Si tengo el día libre pero la semana ha sido muy dura, me lo tomo de descanso pero si no lo ha sido, hago mi rutina de dos horas de estudio», explica. Se trata de adaptar estos hábitos a los ensayos, pero sobre todo, se trata de «estudiar, estudiar y estudiar», y seguir a diario los ejercicios de técnica y calentamiento para mantener el nivel físico que requiere el instrumento. «En el caso de las trompetas influye mucho también la forma física».
Dentro de la misma orquesta se da la posibilidad de tocar con diferentes agrupaciones de cámara, y él también es miembro de la orquesta de cámara del Festival de Verbier, en los Alpes suizos. También sale de gira y el año pasado pasó por Alemania, Suiza y Hungría. Los planes para ir a China y Corea del Sur tendrán que esperar. El colofón son tres semanas de festival en Verbier en verano.
No vuelve las veces que le gustaría a Alcañiz, pero fue dando una masterclass en el conservatorio donde en marzo de 2020 le avisaron de que «iban a cerrar Madrid». Javier Martínez fue su profesor durante 10 años en el Peris Lacasa. Hasta que falleció siempre mantuvieron contacto y la masterclass fue un empeño suyo. «Él pensaba que era bueno para las nuevas generaciones, que vieran las salidas y se motivaran, y coincido con eso. Hubo que coordinar muchas cosas pero salió. Javier fue quien me descubrió la trompeta», sonríe.