El escritor y periodista Javier Benito pública ‘El Carcelero’, un libro que explica la historia reciente de España a través de la vida de su abuelo, un funcionario de prisiones nacido en Montalbán que vivió, entre otras, la Guerra de Filipinas antes de terminar como carcelero. La narración permite entender el contexto social e histórico de la historia reciente de España gracias a un exhaustivo trabajo de documentación. Una crónica que permite dignificar y ver la bondad incluso en las circunstancias más extremas y reflexionar sobre los avances, o no, conseguidos. Calificada por el autor como una “modesta historia” que merece ser leída, “pero sobre todo contada”.
¿Por qué decide abrir el baúl y sacar de la vida de su abuelo esta historia?
Para mí era un reto pendiente que lo tenía guardado desde hace años, y ahora que mis circunstancias vitales me lo han permitido he podido afrontarlo. Era un reto y prácticamente se convirtió en una misión.
¿Cómo define esta historia?
Es un auténtico histrión personal, y como lo quería explicar en su contexto, se convierte en un recorrido de la historia de España en el siglo XX que llega prácticamente hasta la transición. Todo ello visto desde la perspectiva de Teruel y de Montalbán, porque yo quería explicar el contexto en el que se desarrolla la historia de mi abuelo materno, esa es su virtualidad.
¿Quién fue y qué le ocurre a este protagonista, Manuel Joaquín Hueso Argente?
Se trata de un personaje real que nació a finales del Siglo XVIII en una familia pobre. Fue movilizado a la guerra, como todos jóvenes sin muchos recursos a la edad correspondiente les tocó el dudoso honor de ir a la guerra para defender la patria. Algo cuestionable porque los de familia rica podían pagar para librarse. A él le toca ir a la Guerra de Filipinas, ahí resulta que fue capturado, y años después de pasar por distintos confinamientos, finalmente lo echaron a un sitio inmundo a que se lo comieran vivo los cerdos. Entonces el relato comienza ahí, él afortunadamente consigue escapar de aquello, pero en unas circunstancias durísimas.
Una trama estremecedora, no sé si es la palabra, pero desde luego dura, sí.
Sí, a partir de ahí cambia el transcurso, pero sigue siendo muy complejo. A la vuelta a España, cuando ya prácticamente no le reconocían ni sus padres de las condiciones tan paupérrimas en las que se encontraba, paradójicamente, después de haber sido prisionero en esas circunstancias, consiguió gracias a un personaje conocido en Teruel como el Cacique Bueno, Carlos Castel y González, gracias a su mediación y a su ánimo, consiguió presentarse a unas oposiciones de funcionario de prisiones en Madrid, a las que fue andando desde Montalbán. Aprueba y es funcionario de prisiones durante la Restauración, la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República, la Guerra Civil y los primeros años del Franquismo. Un periodo de grandes convulsiones y cataclismos internacionales como la gripe del XVIII, la Primera y la Segunda Guerra Mundial o el Crack del 29. Esos hechos se cuentan desde su visión, en Teruel, y también en otros destinos de la provincia, de Zaragoza, de Valencia o de Tarragona.
Vemos también la propia superación, ¿no?, cómo al final se giran las tuercas.
Efectivamente, creo que la experiencia de Filipinas le marcó de por vida, aunque ya era una persona con una bondad innata, le marcó como un compromiso de respeto hacia la bondad y la dignidad de cualquier persona. En algún momento extremo le llevó incluso a salvar la vida, porque hubo presos, particularmente en Caspe al principio de la Guerra Civil, por los que dio la cara cuando les iban a fusilar, salvándoles. Para mí es una conclusión final a favor de la bondad y la paz.
Hay mucha crueldad, pero también esa bondad que dice, ese rayo de luz.
La crueldad está ahí, la experiencia de la Guerra Civil fue terrible, estando de funcionario de prisiones, de carcelero, unas veces con un bando, otras veces con otro, le tocó vivir experiencias durísimas. De lo peor, imagino, las sacas, las tristes y célebres sacas en las que sacaban a prisioneros de paseo, se usaba este término, para fusilarlos. Él no tenía más remedio que entregarlos. En alguna ocasión, no lo he podido contrastar, pero seguro que le debió tocar sacar incluso a algún familiar.
Imagino que para usted por ese hilo familiar también ha sido un proceso de recopilar y después plasmarlo sobre el papel complejo
En eso mi larga experiencia como periodista, de lo que he trabajado y he vivido durante más de 30 años, me ha sido de gran valor. Me he centrado en intentar contar lo más fielmente posible tanto la historia de mi abuelo como su contexto. Hay veces que tenía datos suficientes de mi abuelo como para centrar el relato en eso, como otras veces en mi afán de explicar el contexto, por la carencia de información he tirado del resto de documentación. Pero sobre todo lo que quería era hacer un recorrido lo más objetivo posible, por eso hay veces que dijéramos la forma es un tanto heterodoxa.
De ese modo, ¿cómo calificamos este trabajo, es una novela histórica, un libro…?
Hay quién dice que es un mestizo, puede parecer novela histórica, otras veces ensayo. Yo puestos a poner etiquetas, prefiero hablar de crónica, que al ser un género periodístico es donde me siento más cómodo.
¿Encontramos algo de ficción entre toda esta realidad?
No exactamente, hay partes que son recreadas, pero el núcleo esencial es absolutamente fidedigno. Mi abuelo fue una persona relativamente introvertida y no llegó a trasmitir a los suyos ni a dejar constancia de muchas partes de su historia o cómo se sentía, cosa que alguno de sus hijos lo ha lamentado. No hay que inventar mucho porque la historia ya es un auténtico historión. Es cierto que, aunque trato de hacer una aproximación al personaje lo más rigurosa posible porque es una cuestión personal, hay momentos donde tengo que interpretar e intentar ponerme en su piel para entenderlo porque hay falta de información.
¿Cómo es posible ese proceso de documentación y recopilación para conseguir el rigor histórico?
El trabajo de documentación ha sido muy intenso, lo primero fue conseguir los datos personales, el expediente personal y otros datos de mi abuelo, todo lo que pude conseguir a través de diferentes archivos nacionales, prensa histórica y fuentes orales. Además, para explicar el contexto he recurrido a internet, bastante bibliografía y otro tipo de fuentes que para mí han supuesto un gran descubrimiento del que quiero hacer partícipe a los lectores.
¿Cómo cuál?
Algún documental como el del Proyecto Islero, que me parece maravilloso, sobre el proyecto nuclear en la España de franco. Podría haber sido de las pocas cosas positivas, o la única, que podía haber aportado la dictadura de franco, pero finalmente se frustró.
Dice que se puede extrapolar el contexto histórico de lo que ocurría en Teruel y en toda España, ¿también hay una conexión con nuestros días?
Sí, hay un elemento muy interesante de la historia, y es que conecta el pasado con el presente, y muchas veces invita a la reflexión sobre el sinsentido de la violencia, pero también sobre cuestiones en las que quizás no hemos avanzado. Por ejemplo, mi abuelo conoció a mi abuela estando ella prisionera a su cargo por un delito de aborto, ella tuvo un aborto y la metieron en prisión. Con esto expongo lo que continúa pasando con el aborto, hasta bien pasada la transición no se aprobó y hoy en día continúa habiendo mucha gente que quiere echar atrás muchas conquistas sociales, lamentablemente.
Es una pregunta complicada, igual no tiene respuesta, ¿cuál es la finalidad de esta obra?
Para mí era una misión, creo que es una historia que merecía ser contada, es una historia que espero que merezca la pena ser leída, pero en cualquier caso merecía ser contada. Creo que es una modesta aportación a la memoria colectiva que hemos de tener muy presente en nuestro país. Es vergonzoso que haya quien niegue el derecho de las familias que tuvieron represaliados en la Guerra Civil a poder desenterrar a sus familiares perdidos en cunetas y poder darles un descanso digno. Es tremendo que se cuestionen estas cosas que deberían estar cerradas, pero no echando tierra de por medio, sino limpiándolo. Es un capítulo que en España hay que cerrar con aire, que entre el aire nuevo purificando y dejando que de nuevo reine la paz, pero de verdad.
cuanta razón tiene en su última reflexión.Suerte con el libro. Gracias