Aguaviva cuenta desde este mes de noviembre con un curioso Centro de Investigación, que además se ha instalado en la planta alta de su reformada ermita de Santa Bárbara, en la que habitualmente se celebraban actos culturales. El proyecto parte de dos cooperativas, englobadas en ‘Zoocánica‘, que está desarrollando en estos momentos dos líneas de investigación de nuevos biomateriales gracias a tres jóvenes ingenieros con raíces, precisamente, aguavivanas.
Por un lado se está trabando con micelio, la raíz de un hongo. «Hacemos crecer el micelio en un medio controlado y controlamos también los límites. Es decir, lo ponemos en una especie de molde y le damos de comer. El micelio crece y cuando llega al límite del molde obtenemos una pieza. La calentamos a 60º para estabilizarla, y así conseguimos un material que puede emplearse para diferentes usos, como por ejemplo para la construcción», explica Sergio Mesa, ingeniero industrial y concejal del Consistorio de Aguaviva.
La otra línea de trabajo que se está investigando es el uso de madera densificada. «¿Qué quiere decir esto? Nosotros cogemos la madera, se deslignifica mediante un proceso químico y luego se prensa en caliente. El resultado que estamos buscando es una madera cuyas propiedades mecánicas sean mucho mejores que cualquier aleación metálica», concreta Mesa.
El desarrollo de ambos materiales supondría el primer paso de un proyecto «más ambicioso», que busca «cerrar el círculo» en Aguaviva, así como demostrar que es posible descentralizar este tipo de actividades. «Queremos ver cómo a partir de la ciencia y la investigación se puede generar todo un tejido que permita el desarrollo del medio rural«, destaca el ingeniero. Insiste en que la instalación del Centro de Investigación es tan solo «la punta del icerberg». «El proyecto busca comprobar cómo a través de un Centro de este tipo se puede desarrollar un territorio. Cuando obtengamos estos nuevos materiales será el momento de buscarles nuevas aplicaciones y poder producirlas aquí. ¿Esto qué generará? Nuevos puestos de trabajo. El siguiente paso sería construir viviendas sostenibles en la localidad«.
Desde el Consistorio apoyan el proyecto, que busca generar valor en Aguaviva. «Creo que la economía circular sobre la que se basa este proyecto es una de las puntas de lanza para conseguir asentar el futuro del medio rural. Además, con la peculiaridad de que este Centro se ha instalado en un edificio muy singular de nuestra localidad», asegura Aitor Clemente, alcalde.
Una base de operaciones «muy singular»
El lugar escogido para albergar el Centro de Investigación combina tradición y modernidad, justo lo que los promotores del proyecto buscaban. La ermita de Santa Bárbara fue rehabilitada hace varios años respetando algunas paredes y elementos arquitéctonicos originales, y combinándolos a su vez con llamativos colores, como el azul y el amarillo. El resultado es un edificio de dos plantas que destinado a fines culturales, tras desecharse la idea inicial de convertirlo en un albergue.
En estos momentos los ingenieros del Centro de Investigación trabajan en la planta superior, un espacio diáfano en el que han instalado varios equipos, como una campana extractora y todos los materiales necesarios. Además, cuenta con varias mesas, tanto para reuniones como para trabajo individual con equipos informáticos.
Hasta ahora el uso que se hacia de la ermita era esporádico, por lo que también se consigue llenar este espacio. «Nos permitimos dotar de uso a un edificio muy singular a través de un proyecto que creo que tiene una potencial enorme», señala Clemente. «Es casi una cuestión de i+D+I+patrimonio», bromea.
Engracia dice
Alegra ver a jóvenes emprendedores en Teruel.
Suerte para este equipo, que fructifique vuestro proyecto y abra nuevas de recuperación poblacional y ecológica.