Rascar y ver cómo se desprenden las bolitas de una porción de poliespan es algo tremendamente divertido para un niño. «Imagina cómo termino yo y la estancia… ¡Blancas enteras!», dice Chus Marín -o Xus Marín o Mª Jesús Marín- (Mirambel, 1979) riendo. Es escultora y vive y trabaja en su pueblo al que regresó hace unos años tras acabar sus estudios. Sin embargo, nunca deja de aprender y aprendió a sacarle todo el arte a este material a raíz de un encargo hace tres años.
Su misión era esculpir varias figuras de adorno de carrozas en el Sexeni de Morella, una de las grandes fiestas de la vecina localidad castellonense. De Mirambel salieron Trolls, los Hermanos Makanan de «Autos Locos», lobos de «Juego de Tronos» y parte de la carroza de Jerjes, de «300». En ese encargo trabajó mano a mano con su hermana Eli, diseñadora gráfica en la empresa morellana encargada de los diseños y desde donde a ella le pidieron que se ocupara de las piezas de bulto redondo. «Me enseñaron a emplear este material y la verdad es que es muy ligero y eso lo hace muy aplicable porque puedes hacer una pieza muy grade que apenas pesa», opina.
El proceso comienza con planchas que va recortando y pegando hasta conseguir un bloque del que usando de referencia un boceto, a base de siluetear extrae la pieza. Los primeros recortes los hace con cúter y cuando ya tiene el bloque, se hace valer de un serrucho o un cepillo de cerdas de metal para dar forma. Una vez hecha la pieza, la lija hasta obtener una superficie plana y ahí arranca un trabajo de refuerzo. Aplica una capa con papel maché y cola, mismo método que se usa para los ninots de Fallas, y se recubre de pintura plástica con alto contenido de yeso. Eso deja una capa blanca, dura y porosa sobre la que ya se puede colorear con cualquier tipo de pintura. Si la pieza va destinada a exterior se puede aplicar resina de epoxi para dotarla de mayor resistencia al clima y a posibles golpes y roces.
Su experiencia fue tan grata que lo sigue usando. Trabaja su faceta artística en casa en Mirambel pero desarrolla su trabajo diario en un comedor escolar en Cantavieja donde, con niños y jóvenes del IES, también ha hecho talleres. «Les gusta porque se puede trabajar con herramientas que ellos emplean, es muy accesible y el resultado es muy bueno», apunta.
Algunas de sus obras se pueden ver en espacios públicos. Uno es el hospital antiguo recuperado en Tronchón donde se exhiben algunos maniquíes que realizó como encargo a modo de figuración. Otro espacio es una de las calles de Cantavieja, concretamente en la puerta de una tienda como un reclamo. «Me pidieron una vaca que entregué en blanco para que los dueños, que también tienen su arte, la pintaran y la verdad es que no pasa desapercibida, así que cumple la función», ríe.
La piedra como compañera
Aunque el poliespan ha entrado con fuerza en su vida, confiesa su predilección por la madera. Vive en una tierra donde se sigue empleando para el día a día, en la construcción, mobiliario y utensilios… «Es muy cálida y las vetas que puede crear le dan mucha vida a la pieza», argumenta. De hecho, fue propuesta para EncontrARTE por Julio Gómez Monforte, un enamorado de la madera que la ha convertido en su modo de vida como ebanista y carpintero.
Fue en Bellas Artes en Barcelona donde experimentó con la madera pero también con la pintura, fotografía o incluso resina. También con la piedra, un material con el que prácticamente se ha criado. «Mi padre es albañil y tiene mucha mano con la piedra porque en este pueblo se usa mucho. De hecho, las dos primeras plantas de las casas deben llevarla», explica. Su padre también desarrolló la parte más artística de la piedra porque es autor de unos cuantos buzones tan característicos del Maestrazgo hechos en este material. «Verlo desde niñas nos ha llevado a no tener miedo a probar materiales, a indagar…», reflexiona. «Vas viendo que no se te da mal y en casa, aunque las salidas de la carrera sean mínimas, me apoyaron siempre y ya el Bachillerato lo hice de Artes en Teruel».
Parte de su historia, de sus trabajos y el modo de contacto para encargos o intercambio de impresiones aparecen en la web de Mujeres Artistas Rurales (MAR). Es un proyecto de reciente creación que busca integrar en una misma red al mayor número de mujeres artistas de Aragón y visibilizar su trabajo. Ella es una de las incluidas como mujer, artista y rural. «Siempre tuve claro que quería volver al pueblo», sonríe.