Del Mundo al Bajo Aragón: Hace 18 años, Ovi cambió Turda por España y hace ocho, Zaragoza por Torrecilla
El día avanza en Torrecilla de Alcañiz. Es un martes de abril y cada uno está en sus faenas. También en el bar, donde a media mañana se despachan cafés a buen ritmo. Se abre una puerta y aparece Ovi que sube al piso superior, vuelve a bajar, atiende al teléfono… Y sonríe.
Hace 18 años cambió su Rumanía natal por España y hace 8, Zaragoza por Torrecilla de Alcañiz. Comparte mostrador con Eric, su pareja. Ovi decidió marchar al pueblo cuando él y su cuñado tomaron las riendas del establecimiento en 2010, un edificio municipal que el Ayuntamiento adecentó y que los hermanos Velilla convirtieron en un restaurante que tiene casi todos los fines de semana llenos.
Se recomienda reservar ya que apenas hay temporadas tranquilas. «Hicimos tres reformas más y ampliaciones como la de la cocina», recuerda Ovi. En estos años, a Neres, han añadido servicio de catering y alojamiento pero cuando arrancaron era arriesgado ya que los tres renunciaron a contratos fijos en Zaragoza donde ella era metre en Novodabo.
«Había un arraigo al pueblo, porque es el de ellos, y era trabajar para uno mismo, así que, acepté y me vine», reflexiona. Pasado este tiempo, en Torrecilla ha radicado sus proyectos, algunos de los cuales expuso en el Encuentro de Mujeres del Bajo Aragón del día 8 en Torrecilla. «Los límites son los que te pongas. Además, entre mi suegra y sus hijos… ¡Con una familia tan emprendedora no puedo parar!», ríe.
Endulzar la vida bajoaragonesa
Su familia política se mueve, pero la suya no se queda atrás. Su padre fue el que fijó España como el futuro mejor para sus hijos. «En Rumanía, por mucho que estudiásemos, no íbamos a avanzar porque los salarios eran bajísimos», dice.
«El primer día de instituto, dije mi nombre y me eché a llorar pero perdí la vergüenza y ahora soy la primera que se atreve a hablar aunque no conozca el idioma», advierte. Lloraba del apuro de ser la nueva y de dejar, en plena adolescencia, una ciudad de 50.000 habitantes como Turda, por La Almunia. En Rumanía, su padre era técnico electricista y su madre, enfermera pero la familia se ha ido reinventando.
Su padre decidió cambiar la agricultura, -que era a lo que se dedicaba desde que llegó a España-, por el camión. «Mi madre le ayudaba a preparar el examen para el carné español, pero se lo sabía tanto que el profesor de la autoescuela la animó a presentarse y se lo sacó. Lleva un autobús, pero tiene camión y todo», dice orgullosa.
La familia cambió La Almunia por Utebo donde Ovi estudió Auxiliar Administrativo y se independizó. «Me fui a Zaragoza. ¡Que yo soy de ciudad!», ríe. Allí empezó en hostelería, un sector que le atrapó y en el que decidió formarse.
«Hay que innovar y tratar de superarse porque si no, la vida es muy aburrida», dice. Por eso no dudó en irse el año pasado a Barcelona a un máster en Pastelería Creativa. Asistió porque le gustaba y volvió con un proyecto de obrador propio que querría materializar a corto plazo si la burocracia lo permite. «De vivir y trabajar en Torrecilla valoro mucho ir caminando a todas partes y ser, de alguna manera, dueña de mi tiempo».
Consciente de que el postre es crucial para dejar un buen sabor de boca, su idea es elaborar, desde una tarta para un particular, hasta surtir a restaurantes, bodas, bautizos y lo que se tercie. Todo, apostando por lo natural. «Trabajando con una buena frutería con producto de temporada y harina, azúcar y huevos no hace falta más, ni bicarbonatos ni levaduras, ni extras», cuenta. «Es otra de las muchas cosas buenas de un pueblo, vamos a aprovecharlo», sonríe.
Una bonita historia y una gransuerte el disfrutar de tu amistad y desde luego de toda tu familia con nosotros y nuestras hijas???
Di que si, felicidades mucho tenemos que aprender los nativos,.