De cara a este próximo 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el área de Igualdad de la Comarca del Bajo Aragón ha puesto en marcha una intensa programación con el objetivo de formar y concienciar a jóvenes y adultos, además de darles las herramientas necesarias para gestionar problemáticas de esta índole. Uno de las temáticas propuestas es el ciberacoso. Estíbaliz Linares, especialista en Intervención en Violencia contra las Mujeres, ha sido la profesional encargada de impartir el taller «Ciberacoso: prevención y educación» que se ha celebrado el viernes y sábado en varias localidades bajoaragonesas, como son Calanda, Alcañiz y Torrecilla de Alcañiz.
Trabajadora social de formación y con un Máster de Intervención en Violencia contra las mujeres, Estíbaliz Linares es doctora en Derechos Humanos, retos éticos, políticos y sociales. A través de su programa de doctorado «El Iceberg Digital Machista» ha analizado las diferentes ciberviolencias y las brechas digitales de género en la adolescencia, una tesis premiada por el Instituto Vasco de la Mujer. Adscrita al equipo de investigación de Deusto «Valores Sociales», en la actualidad es profesora del Trabajo Social de la citada universidad. Realiza una amplia labor de formación al margen de su faceta más académica, impartiendo talleres de prevención y educación en diferentes puntos del país. En su visita a la comarca bajoaragonesa explica los principales retos para educar, prevenir y gestionar la ciberviolencia.

¿En qué consisten los talleres de prevención y coeducación frente al ciberacoso que ha impartido?
En un inicio la idea era poder acercar a las personas adolescentes una visión diferente y crítica sobre el mundo digital, las tecnologías y las redes sociales desde una perspectiva de género. Ver qué tipo de contenidos utilizamos, cómo nos relacionamos y si en esa relación hay machismo…
Los talleres que imparto constan de una primera parte de contextualización del mundo digital, ver qué opiniones tenemos y dónde nos movemos. Un segundo paso es abordar aspectos concretos de la ciberviolencia, como por ejemplo el machismo, el sexismo o el ciberacoso (heaters), pero también las oportunidades que podemos sacar de las redes. Existen espacios muy inseguros con muchos riesgos, pero también otros que pueden aportar oportunidades, que nos sirven para aprender.
¿Cómo se materializa el ciberacoso o la ciberviolencia?
A través de comentarios, fotos, vídeos…, todo lo que circule a través de la red. Hay varios tipos de ciberacoso. Puede ser ciberacoso sexista basado en el acoso o ridiculización de la mujer por el hecho de serlo. También existe el ciber-control, que se puede dan entre las parejas pero también entre nosotros como interactuantes. Igual el más conocido es el ciberacoso sexual. Se genera cuando vídeos o imágenes de carácter sexual se difunden sin consentimiento. Al final se genera un espacio intimidatorio de carácter sexual a través del mundo digital. También podemos hablar de ciberviolencia simbólica, cuando todas las imágenes que vemos y las normalizamos en el fondo nos hacen daño. Un ejemplo es cuando se muestra un ideal de cuerpo a veces inalcanzable.
¿Cuáles son las aplicaciones más usadas como posibles canales que permiten llevar a cabo estas prácticas?
Ahora mismo está Tik Tok, Instagram o Whatsapp como canales principales. Es cierto que cada vez los menores acceden antes al mundo digital. Nos estamos encontrando con problemas muy graves en los colegios porque en la pandemia tuvieron que acceder al mundo digital necesariamente para recibir clases. Estamos detectando niñas y niños de 8 años que están teniendo serios problemas en la manera de relacionarse en el mundo digital. Aplicaciones de mensajería multiplataforma como Hangouts, la están utilizando como un chat, más allá de los fines académicos.
¿Cómo se pueden abordar estas problemáticas una vez se haya dado el ciberacoso o ciberviolencia?
Tenemos un problema grave porque a la hora de denunciar este tipo de delitos existe un vacío legal importantísimo. Hay muchos huecos en el sistema legal. Por eso una de las cosas en las que yo insisto en las formaciones que imparto es en poner nombre a las cosas. Hablamos de sexting, sextorsión, grooming…, una terminología muy compleja. Hay que saber a qué nos estamos refiriendo, a qué tipo de violencia. Entonces lo más importante es poner nombre a ese fenómeno y visibilizarlo.
¿Cómo debe proceder un menor o un adolescente si se enfrenta a este tipo de problemas?
Lo primero que les digo a los más pequeños y pequeñas es que pidan ayuda, porque estas cosas están muy normalizadas y muchas veces se lo callan. En general no se habla. Cuando ya salen a la luz es cuando ya las cosas se ponen muy graves. Es por eso que en el momento en que algo te esté haciendo daño hay que decirlo. Es lo mismo que pasa con el acoso físico, en la mayoría de los casos nos enteramos cuando la víctima ya no puede más, cuando el vaso está lleno. Por eso es muy importante detectarlo y que se exprese desde mucho antes de llegar a ese punto.
¿Existe una brecha entre el medio rural y urbano en cuanto a la incidencia de la ciberviolencia?
Si estamos hablando de jóvenes no hay una brecha en este tipo de fenómenos. Se da de igual modo en el medio rural que urbano. Es verdad que igual el acceso puede ser diferente, porque por ejemplo en el País Vasco, de donde yo provengo, los jóvenes empiezan a tener móvil más tarde, cuando van al instituto porque generalmente tienen que desplazarse… Esto se está diluyendo ya… Estamos hablando incluso de los países más empobrecidos donde los niños disponen de móviles y acceden a todo tipo de contenido. Este tipo de delitos se pueden dar en cualquier sitio. Es más, en el pueblo puede acentuarse más que en una ciudad porque nos conocemos todos. Conozco casos donde la chica que ha sufrido ciberacoso se ha tenido que ir del pueblo.
¿Cómo deben actuar los padres o tutores encargados del menor afectado?
Generalmente las familias se encuentran con muchas incertidumbres, preocupaciones y miedos y a veces no saben responder solas. Siempre les digo que lo primero que hay que hacer es escuchar al menor, darle espacio a sus emociones, saber que está ocurriendo y contextualizar bien el problema. Una vez alcanzado ese punto, deben ponerse en contacto con el centro educativo del menor y coordinarse entre los diferentes agentes, y siempre hay que pedir ayuda externa, de profesionales en la materia.
Al comienzo de la entrevista hablaba de utilizar las redes como "oportunidades", ¿cuáles serían?
Siempre intento visibilizar a muchos y muchas youtubers que hablen de feminismo, de racismo, de sexismo… Hay mucho contenido en las redes, también de calidad, con mensajes educativos. Es importante que accedan también a ese contenido. También es importante trabajar nuestras relaciones desde las emociones, reflexionar sobre cómo nos relacionamos, como nos comunicamos, y cómo nos gustaría hacerlo en las redes. ‘Si a mí no me gusta que me controlen, yo no controlo…’, esa debe ser la filosofía.