El Historiador del Arte alcañizano Jorge Martín habla de su investigación sobre el patrimonio arquitectónico bajoaragonés y su actividad divulgativa junto a las cofradías del territorio. En breve presentará su tesis doctoral, que sitúa al Bajo Aragón Histórico como un referente del barroco de los siglos XVII y XVIII.
¿Por qué apostaste por la investigación en este campo?
Mi investigación versa sobre el barroco en el Bajo Aragón Histórico que abarca los siglos XVII y XVIII. Mi interés por el arte fue algo paulatino. Vi que lo que se había investigado hasta el momento no era suficiente. Las fuentes y el propio patrimonio arquitectónico podían dar más de sí.
¿En qué ha consistido tu trabajo de investigación?
Dentro de mi cronología de investigación que contempla la arquitectura barroca, casi todo está conservado, no así los retablos. Ha sido sobre todo un trabajo de archivos, de estudiar los documentos de los que disponíamos aquí y los protocolos notariales. También he investigado en los archivos de Zaragoza y sobre todo he descubierto que quedaba mucho por hacer.
¿Cuáles son los edificios que has estudiado?
La Colegiata fue la que impulsó mis investigaciones y mi tesis doctoral, que presentaré el próximo año. Se trata de uno de los edificios más emblemáticos, y sobre todo la empresa arquitectónica más importante de Teruel del siglo XVIII. En su momento concentró a canteros, maestros de obra, pintores, escultores… Fue un foco de actividad constructiva muy grande y prolongada en el tiempo. También hice publicaciones sobre la iglesia del Carmen, Santa Lucía, Santo Domingo o San Francisco. Descubrí que son piezas que se complementan y que ayudan a tener una visión global de la riqueza patrimonial con la que contamos.
¿Cómo contemplas la restauración de la iglesia Mayor en cuanto a sus posibilidades turísticas?
Puede aprovecharse mucho más pero sobre todo tenemos que tener en cuenta cuál fue su uso y cuál sigue siendo. Es un edificio religioso, no hay que sobreexplotarlo hasta la saciedad por el turismo. Tenemos que tener en cuenta para lo que se creó. Tienen que ser dos usos que tienen que complementarse, el devocional y el turístico.
En la capilla de la Soledad presentaste tu última charla. ¿De qué hablaste?
Sobre la Devoción a La Soledad que llega en 1572 y ya en 1578 se donan las imágenes al Cabildo de la Colegial. A partir de ahí surge un fenómeno devocional ya no solo popular sino que también arquitectónico. La Semana Santa empieza a nacer, no tal como la conocemos, pero sí aludiendo a los pasos procesionales o a las peanas. En nuestros tiempos la tradición y la devoción son los que ayudan a que las Cofradías continúen, teniendo en cuenta que hay bastante relevo generacional. Son modelos del siglo XVI que estamos manteniendo en el siglo XXI.
¿Se valora lo suficiente el patrimonio arquitectónico bajoaragonés?
Sobre todo se le da un uso devocional ya que es por lo que están manteniéndose estos edificios. Se mantienen limpios, cuidados, en uso…, pero haría falta mucho más cuidado sin duda. Hace falta un planteamiento que aúne todos los potenciales usos de estos edificios, tanto el religioso como el turístico y el económico.
¿Los jóvenes tienen las suficientes oportunidades para investigar?
Son muy reducidas porque no hay fuentes de financiación. No hay respaldo económico ni institucional. Falta apoyar verdaderamente a los jóvenes investigadores porque queremos hacernos hueco. La investigación no da de comer y es una pena. Queremos colaborar y muchas veces es frustrante ver que hay ganas pero no hay oportunidades.