Fani visitó por primera vez La Cañada de Verich un mes de septiembre y conoció un pueblo lleno de gente en los últimos coletazos del verano. Fue por insistencia de su marido, Cristian, que trabajaba en el pueblo y al que el por entonces alcalde, José Manuel Insa, le convencía para que se trasladase desde Alcañiz. Un 4 de octubre llegó al fin la familia Mircea y Fani se preguntó dónde estaba la gente a la que había visto en verano. «Entre que había menos vecinos, que no conocía bien el idioma, que no tenía amigos… pensé que en unos meses me marcharía. Le decía a mi marido que si se quería quedar que se fuera a vivir a casa del alcalde pero que yo me iba», explica entre risas Fani. Poco a poco empezó a juntarse con los vecinos y aprendió castellano gracias a ellos y a que decidió quitarse la parabólica de casa para no poder ver la televisión rumana. De aquellos temores iniciales ya no queda nada.
La familia Mircea, procedente de Rumanía, ya lleva 11 años en La Cañada, al que consideran su pueblo, y son un ejemplo de integración. «Aquí soy feliz no, lo siguiente», precisa Fani, quien ha criado en La Cañada a sus hijos de 24, 19 y 13 años.
Destaca que aunque pocos, son «una gran familia» que se ayudan en lo que necesiten. Fani regenta desde hace cuatro años el bar municipal en el que se organiza el tiempo dependiendo de la demanda y su marido es autónomo de la construcción y trabaja con su hijo mediano, Leo. Viven en una de las viviendas de alquiler del Ayuntamiento y ya se han comprado un terreno para construirse una casa cuando puedan porque tienen claro que su futuro está en La Cañada.