El verdor y el olor a la clorofila del plantero y el colorido floral tomaron las calles y plazas de La Portellada durante el Día de la Madre. Centenares de personas acudieron a la Feria del Huerto y el Jardín que tuvo lugar en la localidad matarrañense durante la mañana y la tarde del domingo. Se trata de la séptima edición de una de las citas más jóvenes del Matarraña y que recuperó la presencialidad después de que las dos anteriores ediciones se celebrasen varias charlas y asambleas de forma virtual debido a la situación sanitaria.
Finalmente las espectativas se cumplieron y fueron muchos los matarrañenses, participantes de comarcas vecinas y turistas los que fueron a La Portellada a adquirir plantero para sus huertos, flores para sus jardines y para regalar a sus madres y productos típicos de «kilómetro 0» que acudieron a alguno de los 29 stands que se dispusieron por el recinto ferial. «Contamos con asistentes todos ellos de un radio como máximo de 50 kilómetros a la redonda porque además de la filosofía del huerto y el jardín queremos ser además una feria de kilómetro 0», explicó Víctor Vidal, organizador de la feria.
Además de viveros y stands de herramientas agrícolas, la feria contó con asistencia de los productores locales, así como de bodegas de vino del Matarraña, artesanos y las asociaciones locales. De igual modo, las amas de casa fueron las encargadas de ofrecer los típicos buñuelos típicos en La Portellada y que elaboraron frente al público. Asimismo, en la zona contigua al parque municipal se dispusieron distintos animales de cría y labranza así como aperos y herramientas que durante siglos fueron utilizadas en las labores del campo y la hortofruticultura. «Es una feria que cuenta con la colaboración y participación de prácticamente todos los vecinos, desde los jóvenes hasta los más mayores. Desde el primer día se implicaron todas las asociaciones y así hemos consolidado este evento», explicó Gloria Serrat, alcaldesa de La Portellada.
Tras la apertura de los puestos, la jornada estuvo amenizada por la ronda jotera que recorrió todas las calles del casco urbano y que corrió a cargo de la Escuela de Jota de La Portellada y El Cachirulo de Alcorisa. De igual modo, tras la apertura de la feria, se presentó la Red de Bibliotecas de semillas. Se trata de un proyecto a través del cual se establece una red de almacenaje de las semillas autóctonas y tradicionales de cada localidad participante, por lo que, de este modo, La Portellada pasó a contar con un pequeño espacio dedicado a sus semillas autóctonas.
«Gracias a este proyecto podemos ofrecer semillas en tradicionales o en peligro de desaparecer a todo aquel que quiera plantarlas y que se comprometa a devolver, en la siguiente cosecha, parte de las semillas que genere», añadió Vidal. Ya por la tarde tuvo lugar la asamblea de productores y consumidores de producto local y que contó con la asistencia de integrantes de Aproeba, la Red de Semeillas de Aragón, la Cooperativa Empeltre y particulares. Los talleres infantiles y una demostración de jabón tradicional completaron los actos de la feria.
El Garbanzo de La Portellada, la estrella
Sin embargo las actividades previas a la feria comenzaron a celebrarse dos días antes. El Garbanzo de La Portellada de Casa Celma fue el producto estrella durante la jornada del sábado. Los alumnos de Hostelería del IES Matarraña de Valderrobres llevaron a cabo una demostración culinaria con esta legumbre que estuvo a punto de desaparecer con el fallecimiento de Antonio Celma en 2021 y que fue el último vecino en cultivarlo.
Tras saltar la alarma en el municipio por la probable desaparición de este cultivo, el organizador de la Feria, Víctor Vidal, que es agricultor ecológico y uno de los vocales de la Red de Semillas de Aragón, se propuso recuperarlo. Para ello el pasado 5 de marzo se plantaron estos garbanzos en unos huertos del casco urbano, garantizando así su supervivencia.
Una cata de vinos a cargo de Demeter de Tastavins y la misa campestre en honor a San Pedro Mártir iniciaron los actos del sábado. La jornada finalizó con una cena de morral y con la discomóvil que los jóvenes integrantes de la Asociación Cultural organizaron. «Somos una asociación muy activa y queríamos colaborar en todos los preparativos y en la organización de una fiesta que la verdad tuvo mucho éxito», explicó Xavier Fortuño, integrante de la asociación. Por su parte el viernes fue el turno de un curso gratuíto de poda de olivo que impartió el técnico Pablo Ortigueira y que se desarrolló en la finca del Mas de Chuchín bajo el impulso del grupo de acción local Omezyma. El acto se desarrolló tanto en horario de mañana como de tarde.