El doctor en biología Ferrán Vallespinós presentó en Camins Serret su novela ‘Las Horas Huecas’. Está ambientada en la guerra civil en un pueblo ficticio del territorio llamado Valdealgars que se ubica entre las comarcas del Bajo Aragón y el Matarraña. Vallespinós es barcelonés y está muy vinculado al Matarraña. Fue alcalde del PSC en la localidad barcelonesa de Tiana, es un apasionado de la historia y en los últimos años se ha involucrado activamente en las alegaciones presentadas por varios colectivos del Matarraña ante las propuestas de construcción de parques eólicos.
¿Dónde está Valdealgars?
Es un pueblo ficticio que he llamado Valdealgars, por el río Algars y Valde, porque hay muchos pueblos como Valdealgorfa, Valjunquera, Valdeltormo… pero puede ser cualquier municipio entre el Bajo Aragón y el Matarraña. Ese pueblo tiene una balsa como la de Fórnoles pero tampoco es Fórnoles. Tiene características de muchos municipios. La novela empieza en julio de 1936 y acaba en 2008 y tiene un componente de venganza personal que lleva dentro un hombre bueno como lo es uno de los protagonistas.
¿Por qué escribe una novela ambientada en el Bajo Aragón Histórico?
Siempre me había gustado mucho leer e investigar sobre la guerra civil. Creo que fue un conflicto terrible y que se alargó muchísimo. Pero la zona del Bajo Aragón y Matarraña fue muy especial. Mientras las tres capitales aragonesas quedaron en manos de los sublevados, esta zona quedó en tierra de nadie. Rápidamente aparecieron las milicias anarquistas que venían de Barcelona, Tarragona y Valencia y cuyo objetivo teórico era recuperar Zaragoza, aunque lo cierto fue que no pusieron mucho empeño en ello y se quedaron por aquí. Hicieron un gobierno libertario, experiencia única en el mundo porque no ha habido otro sitio con un gobierno de anarquistas. Además violentos, porque era una facción violenta. Este gobierno se alargó 2 años cuando hubiese sido más lógico en Barcelona o Zaragoza donde había más cenetistas. Luego aparece Líster, acaba con esto y hay unos gobiernos más o menos republicanos y en primavera de 1938 llegan las tropas de Franco y ocupan los pueblos. En resumen, esta zona ha vivido unas vicisitudes que desde mi humilde punto de vista no vivió ninguna otra zona de España.
En su libro afirma que la guerra civil no se ha superado en España...
Yo en la portada ya digo que la Guerra Civil no está cerrada y lo digo por dos razones: una es el silencio. En la zona yo me encuentro a mucha gente que aún no quiere hablar de esto más de 80 años después. Y otra es la visceralidad existente cuando sacas el tema. Hace poco presenté este libro en Barcelona y se montó un debate paralelo terrible y crispado sobre la legalidad de la República. Cuando esto pasa es que no lo hemos solucionado. Mi novela no va de buenos y malos si no de personas que actúan de una u otra manera cuando se les pone en una tesitura vital. No tiene ningún trasfondo político. Yo creo que todos, especialmente la juventud, deberíamos reflexionar. Aquí hay que reconocer los errores de unos y de otros , hablar claramente de las cosas y hacer una verdadera reconciliación. La guerra civil sucede tras un siglo de injusticias y desigualdades. En Alemania fue terrible lo que pasó en la Segunda Guerra Mundial y lo tienen enterrado. La guerra civil de EEUU fue mucho peor. Aquí quizá es que aún falta mucho por desenterrar. Falta hablar y un debate sereno y objetivo. No se tiene una hoja de ruta clara y lo que no puede ser es convertir leyes que quieren avanzar en ello en «unos contra otros» ¿Qué hay que hacer para que esto deje de ser un problema?
Fue alcalde del PSC en Tiana, Barcelona ¿Ello le hace empatizar con uno de los principales personajes de la novela, el alcalde?
Como alcalde he vivido situaciones muy distintas. Pero ha sido inevitable ponerme muchas veces en la piel de Manuel, el alcalde en la novela, que se encuentra con esta situación y no sabe quien va a ocupar el pueblo al día siguiente. Pueden aparecerle falangistas y militares que ya están en Alcañiz o pueden aparecerle milicianos desde Gandesa. Entonces intenta que, llegue quien llegue, nadie muera, no corra la sangre y tampoco se maten sus propios vecinos entre ellos. Algo que consigue unos días pero después le resulta imposible porque llegan los anarquistas y ejercen una represión brutal. En 1938 llegan las tropas de Franco y provocan otro tipo de represión feroz y como los anarquistas violentos la mayoría han huido de España, la toman con republicanos como Manuel, de izquierdas, con una clara voluntad que tuvo de hacer el bien. Este patrón se reprodujo ampliamente y por ello no puedo dejar de ponerme en su piel.
¿Se ha escrito poco sobre esos hechos en este territorio?
Creo que sí. Fue un tiempo muy oscuro, en el que la gente tenía mucho miedo de hablar porque no sabían de qué lado era su interlocutor. No había apenas comunicaciones, algún teléfono en algún pueblo y poco más, es una novela que hice durante la pandemia y que intenta reflejar ese tiempo oscuro.