Un equipo de 13 personas de la Fundación Sarabastall de Caspe se trasladó este verano a continuar con las labores de cooperación y con proyectos nuevos en el valle de Hushé en Pakistán, donde la entidad lleva operando desde 2001. Tras ello, el 16 de septiembre, una vez asentado todo el proyecto desarrollado durante junio, julio y agosto, evaluaron el trabajo. «La percepción fue muy positiva. Los que llevamos más tiempo pudimos valorar el crecimiento y desarrollo de los proyectos. Por su parte, las personas que se integraban por primera vez manifestaron el miedo inicial que sintieron cuando llegaron por si iban a conectar o no con la población. Y luego nos transmitieron la satisfacción posterior que les supuso», contó ilusionada Pilar Lasheras, presidenta de la Fundación Sarabastall.
Este año prepararon dos labores diferentes, en función del tiempo del que disponían los voluntarios que iban a participar. El primer grupo partió sobre el 21 de junio hasta el 20 de julio, aproximadamente. Estos continuaron con el proyecto ‘Chicas en la cumbre’, coordinado por Sebastián Álvaro. También desarrollaron un nuevo proyecto impulsado por un equipo de bomberos que se encargó de iniciar la formación de todos los chicos que están al frente del parque nacional del Karakorum. «Allí hay gente muy joven que cuida del entorno y que no tiene conocimientos sobre seguridad, ni equipación. Esto supone que esa gente que apoya en una bajada, por ejemplo, de un puerto en el que se descienden 5.000 metros de altura, no está preparada», detalló Pilar Lasheras.
Esos bomberos habían hecho ese descenso y se dieron cuenta de las necesidades que tenían allí. Así que propusieron un proyecto de colaboración a la Fundación Sarabastall y lo pusieron en marcha. Estuvieron trabajando en formación teórica desde el refugio de Hushé, pero también con diferentes salidas al monte y desarrollando su trabajo en el parque del Karakorum. Esta formación estuvo liderada por el bombero Óscar Cardo y financiado por la Diputación de Albacete, de donde proviene el grupo del que nació la idea.
«La satisfacción de chicos y chicas que participaron en esa formación era muy evidente. Fue poco porque en 20 días no da tiempo de aprender todo lo necesario, por lo que estamos comprometidos a volver para seguir con su aprendizaje en esas cuestiones tan importantes», valoró Lasheras.
‘Chicas en la cumbre’
El segundo grupo se trasladó unos días más tarde, del 21 de julio al 7 de agosto, y siguió trabajando en el proyecto ‘Chicas en la cumbre’ que ya lleva en marcha 3 años. En él se favorece el empoderamiento de la mujer en una sociedad desigual como es la de Pakistán. Ellas nunca han tenido la oportunidad de subir a la montaña, más que para trabajar con el ganado, nunca como forma de ocio. Por ello, una vez al año un equipo de mujeres hace la subida. Además, los voluntarios se encargan de mostrar estas excursiones y de educar a los demás niños y niñas del valle para que entiendan que tanto mujeres como hombres lo pueden hacer. Este año subieron el pico Gondogoro, de 5.700 metros.
«Estamos contentos de ver que no solo suben la montaña. Para nosotros eso es importante, pero lo fundamental es ver que una de ellas está finalizando sus estudios universitarios y que otra los va a comenzar próximamente, lo cual significa que, efectivamente, se está dando un desarrollo en su sociedad», valoró emocionada Lasheras.
«La idea es continuar con todos estos proyectos y que se logren resultados, como una completa formación para los trabajadores de la montaña y un desarrollo social en contra de la desigualdad, en el caso del otro proyecto», concluyó la presidenta de Sarabastall.