La Fundación Sarabastall de Caspe ha cambiado su forma de gestionar sus proyectos en el último año con motivo de la pandemia. A pesar de todo ello, todas sus iniciativas siguen adelante, y esperan empezar a implicarse pronto en más actos solidarios.
El mayor proyecto de la Fundación, en el valle de Hushé en Pakistán, que se inició en 2001, continúa en marcha a pesar del coronavirus. Sarabastall ha seguido en contacto con las personas de la zona implicadas en el proyecto y aseguran que sus iniciativas para impulsar la educación, la mejora de la alimentación a través de la agricultura sostenible, y la sanidad, siguen en pleno funcionamiento.

De los programas de cooperación que la Fundación Sarabastall ha puesto en marcha y está desarrollando en el Valle de Hushé, tal vez el más importante, es el programa de becas, destinado a que los niños/as puedan completar sus estudios elementales y secundarios, de tal forma que tengan una mayor preparación para la vida, y que en el futuro los mejor preparados puedan continuar sus estudios universitarios, y todos se conviertan en motor de desarrollo de su sociedad.
Con motivo de la pandemia se ha visto paralizado hasta la actualidad, que han vuelto a retomarse las clases. «Los jóvenes estudiantes han tenido que ingeniárselas para estudiar desde casa y en grupos, esperando que volviesen a abrir los centros», asegura Lasheras.
Las becas de estudios han dado sus frutos y hay tres ejemplos muy claros de jóvenes que han logrado formarse y evolucionar gracias a estas ayudas en Hushé: Mazahir Anjun (está cursando una licenciatura de Matemáticas en la Universidad Islámica Internacional de Islamabad), Amina Hanif (miembro del proyecto ‘Chicas en la Cumbre’ ha iniciado sus estudios universitarios en Psicología en la Universidad de Lahore) y Dolat Alí (ha finalizado a sus 22 años los estudios universitarios de Ingeniería Informática en Islamabad).
Con motivo de la pandemia, la Fundación decidió dotar un fondo Covid de 2.400 euros para poder cubrir las necesidades básicas, comida y medicinas, a las personas más desfavorecidas del Valle de Hushé.
Además de todo ello, Sarabastall ha vuelto a colaborar con el conocido aventurero Sebastián Álvaro, quien viajó a finales de 2020 al valle de Hushé para hacer un seguimiento de todos estos proyectos aprovechando que iba a este territorio para filmar un documental sobre Juanito Oiarzabal. Gracias a este viaje, la Fundación pudo hacerse presente en el valle para: aportar los fondos necesarios para continuar los proyectos, hacer llegar ayudas especiales por el covid, revistar el refugio y su funcionamiento, realizar 60 consultas médicas, aportar medicinas y entregar ropa de abrigo.
También destaca el proyecto de comedores sociales, desarrollado en varios puntos de España (Madrid, Barcelona y Zaragoza) que consiguió recaudar 6.000 euros para tres entidades que gestionan estos espacios para las personas más vulnerables.
El balance de 2020, a pesar de las circunstancias, ha sido positivo. «Ha sido un año agridulce, muy difícil para todos, pero nos alegra anunciar que el proyecto ha continuado a pesar de las circunstancias y que ahora mismo se está retomando el sistema educativo, que para nosotros es muy importante», explica la presidenta de la Fundación Sarabastall, Pilar Lasheras.
«Hemos vivido un año de sorpresas, de contratiempos, de distancia, miedos, incertidumbres, en muchos momentos también de incomprensión, indignación y frustración. Pero este desafío lejos de paralizarnos ha supuesto un camino hacia el descubrimiento de nuevos retos como Fundación y al compromiso con nuevas realidades», concluye la presidenta.
Fundación Sarabastall
La Fundación Sarabastall es una pequeña ONG española, que nace y trabaja en la provincia de Zaragoza, en Caspe y su Comarca; y desde este rincón del Bajo Aragón-Caspe, ha estado desarrollando proyectos de cooperación en varios lugares del mundo.
Sus orígenes se remontan al año 1983, cuando un grupo de jóvenes comenzó a realizar campamentos de verano para niños de la zona, en el pirineo aragonés. Pronto se ampliaron las actividades y además de los campamentos, comenzaron a realizar actividades medioambientales, solidarias y culturales, convirtiendo a la Asociación Sarabastall en un referente de participación social y voluntariado.
Fruto de la evolución, y cuando sus proyectos de cooperación comienzan a crecer, con el ánimo de mejorar el funcionamiento, Sarabastall se organiza en dos entidades: por un lado la Asociación (encargada de desarrollar actividades culturales, de animación y campamentos de verano) y por otro la Fundación.
El objetivo primordial de la Fundación Sarabastall es desarrollar proyectos de cooperación atendiendo a las necesidades básicas de la población, fomentando modelos de desarrollo sostenible, mejorando la educación, la alimentación a través de la agricultura, la salud y la gestión medioambiental de los recursos endógenos.