El Hotel Ciudad de Alcañiz despidió el lunes a su último «paciente-cliente», que fue trasladado al Hospital Comarcal. Lo hizo justo un mes después de abrir sus puertas como centro medicalizado. Han sido días complicados para los siete trabajadores del hotel que se ofrecieron voluntarios a colaborar una vez se decidió que el centro se iba a reconvertir. Una de estas personas es Gabriela Tapalaga, directora del Hotel Ciudad del Alcañiz, que no quiere dejar de nombrar a todos los compañeros junto a los que ha batallado estas semanas: María, Ventura, Stefan, Julie, Andrea y Jorge. La regente del hotel alcañizano nos traslada sus vivencias en una nueva edición de nuestro Diario de un confinamiento.
El cierre este lunes del hotel medicalizado es una noticia a celebrar…
La verdad es que sí, y no solo nosotros sino todos los habitantes de la zona, porque por lo visto hemos pasado ya lo peor. Entre el Hospital Comarcal y entre nuestro hotel la cosa se ha podido llevar bien.
Me gustaría que echases la vista atrás, ¿cómo empieza esta reconversión del Hotel Ciudad de Alcañiz?
Fue aproximadamente una semana antes de que se convirtiese en hospital. Me llamó el alcalde de la ciudad, Ignacio Urquizu, teniendo ya en cuenta lo que podía pasar respecto al coronavirus. Dada la situación del hospital y las pocas camas que tiene preveían lo peor y pensaron que era una buena opción convertir parte del hotel en hospital. Y eso fue lo que hicimos.
¿Cómo viviste ese proceso?
Fue muy rápido. De un día para otro se tomó la decisión de prepararlo y lo viví con muchas emociones. Veíamos el posible riesgo, pero pudo el sentimiento de poder ayudar, de contribuir a luchar contra este virus que nos está matando.
¿Cómo se adaptó la cocina a esta nueva situación?
Nos tuvimos que adaptar a dietas para diferentes enfermedades que podían tener nuestros pacientes-clientes, que es cómo les hemos ido llamando estas semanas. No obstante, desde el primer día hemos estado en contacto con el hospital. Tuvimos una reunión con el jefe de cocina, vino, nos explicó todas las posibilidades que podíamos tener en cuanto a tipos de menú y enfermedades, y bueno, guiados un poco por toda esa información hemos ido adaptándonos. No es lo mismo tener clientes que pacientes-clientes.
¿Con cuántos trabajadores del hotel habéis contado en estas semanas?
Con cinco personas en cocina y una en mantenimiento. Todos ellos se presentaron voluntarios, porque cuando se barajó la idea el hotel había hecho un ERTE. En ese momento se preguntó si alguien estaba dispuesto a venir y salieron varios voluntarios, a los que tanto la empresa como yo les estamos muy agradecidos por el trabajo que han hecho, por toda la fuerza y las ganas que han demostrado día a día. Y todo ello teniendo en cuenta la situación, que ha sido peculiar y muy diferente a lo que estamos acostumbrados.
¿Te hubieras imaginado esto?
No, la verdad es que no. Ni yo ni ninguna de las personas que hemos estado trabajando estas semanas. El ver el hotel vacío en un primer momento, y luego tener que venir a trabajar con guantes, mascarillas… Hemos tenido que llevar una protección de los pies a la cabeza y la verdad es que todos lo han hecho muy muy bien.
¿En algún momento os habéis comunicado con los "pacientes-clientes"?
Contacto directo no hemos tenido, pero sí contacto virtual. Vía telefónica o WhatsApp hemos estado hablando diariamente con enfermeros y auxiliares. Hemos hecho todo lo posible para que no les faltara de nada y que ellos estuvieran, dentro de lo que cabe, lo más a gusto posible y creo que lo hemos conseguido. Todos tenemos ganas de que pase esto, quitarnos las mascarillas y vernos las caras, conocernos y contar algunas anécdotas que han ocurrido durante todas estas semanas que hemos pasado juntos, aunque separados.
Encontrasteis nuevas formas para poder comunicaros...
Sí, además en cocina recibieron varias notitas de los pacientes dando las gracias a los cocineros, por las comidas, por el trato… Son cosas muy emotivas. Hemos recibido tanto por parte de enfermos como por parte del personal sanitario. Igual que nosotros hemos hecho unos carteles que colgamos en un cristal que se veía desde las habitaciones para darles ánimos.
¿Qué trabajos quedan ahora por hacer?
Estamos en la fase de limpieza. No obstante la semana pasada tuvimos a la UME desinfectando toda la parte que hemos tenido medicalizada. Ayer se recogió gran parte del material: sábanas, mantas… lo hemos llevado todo a la lavandería para desinfectar y estamos con la parte de la limpieza, que esperamos terminar hoy. Luego le daremos otra desinfección dentro de unos pocos días para asegurarnos de que matamos cualquier bicho que pueda haber por ahí.
¿Qué sentimientos predominan?
Cuando hace un mes y un día empezó todo esto lo afrontamos con muchísimas ganas. Mientras hacíamos nuestro trabajo nadie pensaba en el peligro que podía haber pero estoy segura de que una vez nos íbamos a dormir, tranquilos en la cama, sí veíamos ese riesgo al que estábamos sometidos. La ilusión y las ganas de poder ayudar y de hacer algo por nuestra ciudad ha vencido todos esos miedos y preocupaciones. Aunque sí tengo que nombrar que una de mis compañeras todos los días se toma la temperatura por la mañana y por la noche… (ríe).
Realmente ver algunas imágenes hace un mes en la televisión de hospitales llenos, gente por el suelo… era inhumano. Durante las primeras reuniones que tuvimos con el jefe de medicina, director del hospital, director de gestiones… estaban muy preocupados, sufriendo por lo que estaban viviendo y por lo que podía pasar. Todo eso fue lo que les hizo tomar la decisión de preparar el hotel, y yo creo que ha ido de maravilla para desahogar el hospital y también para el descanso mental de estas personas responsables.
Anselmo dice
Enhorabuena por vuestro compromiso y profesionalidad. Toda una lección de solidaridad.