«¿Es posible eliminar la huella genética del escenario de un crimen a base de lejía?». Esta es una de las preguntas que se hizo el público que acudió al encuentro con la bióloga especializada en genética Isabel Navarro en Valderrobres. Dentro de la programación del Festival Aragón Negro, la científica dio el sábado la conferencia ‘El ADN en relación con las investigaciones forenses y la escena del crimen’. No fue la única cuestión planteada. Se despejaron varias dudas que a cualquier vecino de a pie le asaltan al ver, leer o escuchar ciertas noticias o ante determinadas películas o series. También al leer novelas y por eso este tema se incluye en el evento cultural que tiene en Valderrobres una de las sedes de las que tiene repartidas por la comunidad.
La respuesta a la pregunta sobre la lejía y sus efectos limpiadores es afirmativa, aunque con matices. Según Navarro, «hay que aplicar mucha cantidad y limpiar a fondo, pero sí, sí que es posible eliminar una buena parte del rastro de ADN». Está al frente del laboratorio Citogen de Zaragoza donde, entre otras muchas tareas, analizan muestras recabadas por la policía en esos escenarios con el fin de encontrar al culpable. «No es tan fácil. De hecho, aunque la ficción trata de acercase lo máximo posible a la realidad, lo más inverosímil en las películas y las series es la velocidad con la que analizan una muestra y obtienen un resultado con nombre y apellido, por desgracia es más complejo que todo eso», señaló.
Comenzó explicando el mecanismo de funcionamiento del laboratorio y también del personal, ya que el acceso está restringido y debe hacerse con trajes de protección para no contaminar las pruebas recogidas. Cada muestra «contiene una cantidad de ADN muy pequeña» y es con la que tienen que trabajar. La carga genética de una persona está en todas las células y por eso es válido desde una pestaña hasta un cepillo de dientes o un vaso. «El problema es que ha podido tocar mucha gente un cristal, ahí está otro reto, hay que descartar», apuntó.
Como explicó, la genética forense existe desde hace solo 30 años y la tecnología ha avanzado a pasos agigantados, algo en lo que Aragón es una comunidad puntera. En 1994 no había bases de datos ni kits para trabajar. «Ahora hay 60 bases de datos reguladas a lo largo del mundo en las que se están introduciendo perfiles genéticos. Se calcula que hay unos 150 millones de perfiles, es decir, 150 millones de personas acusadas o implicadas en un crimen cuyo ADN ya está registrado», detalló.
Como hizo hincapié, no es la misma legislación para todo el mundo. De hecho, también en este campo se cumple el casi todo vale en Estados Unidos, mientras que en España la legislación no permite muchas acciones básicamente por una cuestión de protección de datos, algo que en Norte América es prácticamente inexistente. A la teoría le acompañó la práctica porque el público tuvo que resolver un caso basándose en unos marcadores genéticos. Entre todos, salió.
No es la primera vez que Isabel Navarro lleva la realidad del laboratorio fuera de sus paredes. Hace años que colabora con el FAN y valora que se descentralicen los actos culturales de las ciudades. «Los encuentros con la gente son muy interesantes porque intentamos aproximar nuestro trabajo y siempre está muy bien saber que se interesan», dijo. «Con Aragón Negro tenemos la oportunidad de salir poder explicarnos. Lo hacemos de una manera muy coloquial y cercana porque el objetivo es mostrar la realidad a diferencia de lo que se ve en las películas o las series, que a veces es un poco fantasioso», rió. La ficción ha enseñado más de lo que la policía desearía a los criminales al mostrar la forma de trabajar de las fuerzas del orden. «Cuando aparecen laboratorios a veces vemos aparatos que también tenemos, los recrean bien, pero luego hay mucha ficción», añadió.
En Citogen el grueso de las investigaciones se centran con el gobierno central a casos de reagrupaciones familiares. Con la policía también colaboran, y también con detectives. «Son contratados por personas particulares por asuntos de herencias, por ejemplo, porque quieren demostrar que una persona es su padre aunque no lo haya reconocido», apuntó. La premisa del laboratorio es el dicho «oír, ver y callar» porque con el oficio va la confidencialidad. «Eso es nuestra razón de ser, pero sí, nos enfrentamos a muchas situaciones y la realidad siempre supera a la ficción», concluyó.

Entrega de premios
Antes de la conversación con Isabel Navarro se procedió a la entrega de los Premios del V Concurso de Microrrelatos Aragón Negro. En Juvenil el premio fue para Jorge Rodrigo Pons, y para Ángela Boné Alejandre en Juvenil B. Marina García Moreno y Joaquín Sangüesa – que se ausentó-, fueron los premiados en la categoría Adultos. Se llevaron a su casa lotes de libros con los que seguir alimentando a la imaginación y la creatividad.