Las celebraciones por San Antón en La Ginebrosa llevan el sello de todo el pueblo, que se vuelca en la organización de cada momento. Hubo días de preparación y ensayos porque el sábado se volvió a escenificar la Sanantonada, el auto sacramental que hace 35 años recuperó la Asociación Cultural Tarayola después de casi 60 sin realizarse.
Con los actores locales en escena se puso el broche a la tarde de una jornada que comenzó con la bendición de animales y con un mercadillo de artesanía y productos locales. El público pudo disfrutar, de entre otros manjares, de los típicos «rosconets de La Vila».
De la cena se encargaron los Quintos, que también se ocuparon de la hoguera que prendió para caldear una noche que siguió con baile.