Igor el Ruso se ha mostrado este martes desafiante repitiendo en varias ocasiones el gesto de la victoria cuando le enfocaban las cámaras de televisión y fotografía. Lo ha hecho a su entrada a la sala del juicio, también en el interior de la cabina blindada en los minutos en los que las cámaras han podido estar en la sala y también a su salida. Asegurándose que esa es la imagen que iba a salir en todas las televisiones y periódicos.
Otro gesto significativo ha sido el que ha tenido con Manuel Marcuello, el único de los dos hombres a los que tiroteó que ha estado presente en la sala. El albalatino no ha querido verle cuando declaraba por lo que el criminal ha estado cubierto con una cortina en la cabina. Sin embargo, cuando se ha despejado la urna para que Marcuello le identificara ante el juez, éste ha levantado la mano indicando un saludo.
Unos modos que junto a sus declaraciones han confirmado en su primer juicio en España su personalidad ególatra, su prepotencia y la poca estima que tiene por la vida de otros. Nada más comenzar el juicio, en el turno de su declaración, no ha dudado en reconocer los hechos aunque ha negado el contacto físico con el cerrajero Marcuello. De hecho, ha detallado que si el albalatino se le hubiera abalanzado, ni él ni Manuel Andreu estarían vivos. Una declaración que choca con la de Marcuello, que ha vuelto a explicar ante la sala que se abalanzó contra el Ruso y que éste llevaba una arma atada en la muñeca. De esta forma, el criminal ha querido seguir agrandando la falsa leyenda de que es un experto exmilitar con amplia formación y no un vulgar ladrón con poca estima contra los demás.

Cambios en el aspecto físico
Su aspecto físico también ha sido muy llamativo ya que es muy distinto del que se vio el día que testificó en el Juzgado de Alcañiz tres días después del triple crimen de Andorra. Ahora luce un aspecto más cuidado y formal. Totalmente afeitado y bien peinado. Ha adelgazado y este martes llevaba gafas de vista y dos amuletos en el cuello (un rosario de madera que reforzaría sus creencias religiosas y una piedra de ámbar).
Un cambio que ha sorprendido a los que no lo habían visto desde hace dos años pero no a los que le han visto en el proceso judicial del triple crimen de Andorra, en el que ha comparecido en varias ocasiones por videoconferencia desde la cárcel. Hace unos meses ya presentaba un notable cambio físico que se alejaba de la imagen del militar de hace dos años por la del preso tranquilo que lee la Biblia en la cárcel que ha «vendido» en este tiempo.