En cuanto a cantidad los bodegueros hablan de una cosecha ajustada a los parámetros normales
Optimismo entre productores y bodegueros por la buena calidad y cantidad obtenida en la última campaña de la vendimia en el Bajo Aragón Histórico. Aunque existen distintos matices climatológicos y meteorológicos que diferencian unas zonas de la IGP de otras, lo cierto es que los bodegueros califican la añada de 2018 como «muy buena» o «excelente».
La temperatura, nivel de humedad y precipitación han sido en palabras de los productores «óptimos» para conseguir un grano limpio, libre de plagas y hongos, con una concentración de azúcar idónea y con una proporción organoléptica perfecta para la elaboración de vino. Asimismo, las cepas se vieron libres de heladas tardías y de tormentas severas. Por todo ello los productores confían en que los caldos resultantes de esta añada sean un éxito en la comercialización. Muchos de ellos, los más jóvenes, podrán ser degustados ya en la Feria del Vino de Cretas durante todo este próximo fin de semana.

En cuanto a cantidad 2018 no ha dado ninguna sorpresa y la cosecha ha cumplido los parámetros de normalidad. La producción de uva tinta destinada a la IGP ha alcanzado las 1.500 toneladas y la de uva blanca las 350 toneladas. La falta de lluvias a finales de primavera y principios de verano lastró lo que hubiese podido ser una campaña con una mayor producción.
Todo ello después de una campaña de 2017, buena en calidades, pero muy mala en cuanto a niveles de producción y que finalizó con una merma de en torno al 35%, cifra que en algunos puntos concretos llegó al 50%. El pasado año fue calificado por los productores como uno de los peores meteorológicamente hablando. Las heladas tardías de abril dieron al traste con la primera brotación por lo que la planta tuvo que volver a gastar energía en brotar de nuevo. Todo ello sumado a la sequía.

El territorio ve cómo cada día se suman más iniciativas que pretenden apostar por el vino de calidad y por el histórico cultivo de la vid en todo el Bajo Aragón Histórico. Sin embargo todavía queda mucho por hacer. Cuencas como la del Tastavins, que toman su nombre de la histórica producción de vino, hace décadas que sin embargo perdieron sus viñas y cepas pero no su enorme potencial de producción. Por ello existen distintas iniciativas enfocadas a poder producir y comercializar vino en un territorio que, al parecer, ya era famoso en tiempos de los romanos por la producción de viña.

La garnacha, seña de identidad
La uva garnacha garnacha es la variedad estrella de la IPG Bajo Aragón. Se trata de una variedad muy implantada desde tiempos inmemoriales en todo Aragón y en el Sur de la vecina Cataluña. Ofrece vinos potentes y en opinión de los expertos ofrece matices únicos y que gustan al buen entendido en vinos. Tras ser poco reconocida hace décadas, actualmente constituye una de las variedades con más personalidad, no solo en España, si no en todo el mundo, donde aparece en los primeros puestos de cartas de vinos españoles precisamente por la personalidad y buqué que ofrece al paladar.
Los productores apuestan cada vez más por vinos monovarietales, aunque también La versatílidad que ofrece la garnacha permite buenos maridajes con otras de las variedades cuyo cultivo mejor funciona en el ámbito de la IPG Bajo Aragón. Además, en el territorio podemos encontrar otras variedades, en menor cantidad, de tempranillo Cabernet- Sauvignon, Chardonnay, Derechero, Macabeo, Mazuela, Merlot y Syrah.

En este aspecto encontramos a bodegueros que optan por el coupage, es decir, la mezcla de distintas variedades para la producción de los vinos y los que apuestan por los monovarietales. De igual modo para la elaboración y posterior almacenaje y maduración del vino ya producido, la IGP cuenta con productores que se decantan o bien por los barriles tanto de roble francés como americano, consiguiendo así un toque a madera muy apreciado por muchos consumidores. Por su parte otros bodegueros se decantan por embotellar sus caldos directamente sin pasar por barrica consiguiendo un sabor más afrutado y distinto, algo que, de igual modo, es muy demandado por otros tantos consumidores.
La Denominación de Origen, cada vez más cerca supondría la guinda al pastel y sobre todo ofrecería una inigualable oportunidad para promocionar un producto de calidad así como otras alternativas como el enoturismo. Actualmente son 1.850 los viticultores que producen vino para la IGP en unas 2.190 hectáreas. Se espera, sin embargo, que si se consigue la Denominación de Origen sean muchos más los que se animen a producir vino en un ámbito geográfico que abarca a 80 localidades de las comarcas del Bajo Aragón, Matarraña, Bajo Martín, Maestrazgo, Cuencas Mineras, Andorra-Sierra de Arcos, Bajo Aragón-Caspe, Campo de Daroca y Campo de Belchite.
La aridez de parte del territorio y el clima de grandes contrastes, con fríos inviernos y veranos de temperaturas altas o extremas en algunos casos son las condiciones climáticas en las que la garnacha, principal planta con la que se elaboran los vinos de esta tierra. Existen grandes diferencias en cuanto a valores absolutos de pluviometría entre las zonas más occidentales, en las que las precipitaciones se situan en torno a los 350 o 400 litros por metro cuadrado anuales y zonas como el Matarraña y Maestrazgo en la que se superan puntualmente los 600 litros. Sin embargo a pesar de diferencias en los valores absolutos, los días de lluvia son bastante similares y la dinámica atmosférica así como la litología muestran, con matices, bastante uniformidad en toda la IGP.
En cuanto a reconocimientos internacionales destacan los 90 puntos Parker que obtuvo la Garnacha 2014 de Amprius Lagar y la Garnacha 2015 que obtuvo la Medalla de Oro MundusVini, conseguida en la cata de primavera del Gran Premio Internacional del Vino Mundus Vini de Alemania. Por su parte Catavinum World Wine Competition 2018 concedió a Bodegas Ignacio Guallart la Medalla de oro a su Garnacha Crianza 2015 y la Medalla de plata a su Garnacha 2017.