A los pies del castillo de Valderrobres, rodeado de la inigualable belleza del conjunto histórico y con una impronta artística que lleva en su ADN. A sus 22 años el valderrobrense Roger Villoro ha convertido a la escultura en una de sus principales pasiones, especializándose en la talla en madera. Sin embargo el joven posee una habilidad innata a la hora de abordar cualquier disciplina artística. Algo que se pone de manifiesto en su taller, situado en una céntrica calle del casco antiguo de la capital del Matarraña. «Me gusta principalmente la madera, pero me he formado también en escayola, moldes, resinas y todo tipo de ámbito escultórico».

Sin embargo Villoro desarrolla otras disciplinas como la escultura en arcilla, las ilustraciones, el dibujo, la pintura, la e incluso diseña tatuajes. «De niño me daban una libreta y me pasaba horas dibujando, pintando o haciendo creaciones con plastilina. Aún ahora cuando me quiero distraer prefiero pintar o bajar al taller, que hacer otras cosas como usar el teléfono móvil», añade. La música es otra de sus pasiones y, de forma autodidacta, tiene como objetivo incluso la grabación de un disco. A pesar de ser muy conocido en el Matarraña por haber trabajado en distintos establecimientos hosteleros, una de sus principales ilusiones es que sus vecinos y otros artistas conozcan su obra. El valderrobrense cuenta ya con multitud de creaciones y por ello ha tenido ya algún encargo. Durante estos días está inmerso en la preparación de una exposición en Barcelona junto a la beceitana Joana Boix, protagonista de la anterior edición de EncontrArte.
Buena parte de la obra de Roger Villoro gira en torno a motivos orgánicos como figuras humanas, animales, plantas y está realizada en madera que, en muchas ocasiones encuentra por la naturaleza o en un campo agrícola. «Veo un trozo de madera y pienso en qué puedo hacer con él y no al revés. Suelo inspirarme en las maderas irregulares que voy encontrando. Muchas veces son directamente piezas cuyo destino es leña, entonces siempre pregunto a sus propietarios», añade. Sin embargo lleva a cabo otro tipo de diseños. En dibujo expone varios retratos y caricaturas de personas. La reproducción arquitectónica y de motivos patrimoniales es otra de las disciplinas que Villoro más cultiva.

Roger se formó en la Escuela Superior de Diseño y Artes de la Llotja de Sant Andreu, en Barcelona. «En una de mis últimas visitas incluso me plantearon la posibilidad de dar clases allí. Pero quiero quedarme en Valderrobres, soy de pueblo y mi inspiración viene de aquí», añade. Además de su etapa de formación, Roger tiene ya una dilatada experiencia como carpintero, mecánico y albañil, algo que, sin duda, facilita que el joven encuentre solución técnica a todos los retos artísticos que se propone. «Recuerdo que en el instituto mi profesora Marga siempre me decía que tenía que ir a Barcelona a formarme», explica Villoro. Pese a no reconocerlo, su impronta denota que su sueño pasaría por poder tener al arte como principal profesión. «Ahora mismo eso es muy complicado, la situación es la que es y en el mundo del arte es difícil, por eso es imprescindible tener otra ocupación laboral para luego poder crear».
Implicado en la restauración del castillo
El joven valderrobrense es además un apasionado del patrimonio histórico de su localidad y por ello reconoce sentirse privilegiado por haber podido trabajar en las obras de restauración del castillo de Valderrobres. «Empecé a trabajar con la empresa constructora que se encargó de la restauración del castillo y pronto me empezaron a encargar labores específicas del enorme patrimonio que atesora este edificio», apunta. Asimismo, Villoro ultima la creación de la maqueta de la primitiva fortaleza defensiva, origen del actual castillo, y que se expondrá de manera permanente en la gran roca sobre la cual se erigió en el siglo XIII el primer edificio medieval.
El valderrobrense lleva la sensibilidad artística en las venas. Por ello cede el testigo de la siguiente edición de esta sección a su madre, Irene Carbón, quien bajo el nombre Las Niñas Bonitas de Irene, desarrolla su pasión: la pintura. Aunque la vena artística y cultural aún remonta una generación más, ya que su abuelo Jaime Carbón, «Jacobus» ha llevado a cabo la traducción del latín de numerosos manuscritos de la zona.