Las raíces de Jorge Gay Molins (Zaragoza, 1950) se hunden en La Codoñera y allí siguen bien amarradas. En el pueblo de su familia materna, fueron las salidas al campo con su padre en unas vacaciones estivales las que le marcaron el camino a seguir. Su padre era maestro, además de «un gran pedagogo y pintor aficionado». Así lo define su hijo, que el puente de la virgen de agosto lo pasó en la localidad.
Acudió a presentar el documental que ha dirigido Marta Horno sobre la vida y la obra de uno de los artistas aragoneses con mayor proyección internacional. «Solo se ha visto en el Paraninfo y en el cine Cervantes en Zaragoza, que La Codoñera sea el tercer lugar es un honor», dijo la alcaldesa, Mª José Gascón. Además de pintar y un excepcional muralista, Gay también escribe. «Me encanta escribir, aunque es más difícil y complejo que pintar pero lo hago con el mismo ardor y el mismo entusiasmo», reconoce para justificar que la voz de Mª José Moreno sea la que declame diferentes poemas a lo largo del audiovisual. Son los versos que escribió con motivo de la exposición «Los fugaces párpados» -título también empleado para el documental- que realizó hace unos años en el Paraninfo.
Gay volvió a La Codoñera a presentar el vídeo y a reencontrarse con vecinos y con amistades. «Para mí sí que es un honor estar en el sitio que me acogió desde niño y conservar en este paisaje a amigos», se sinceró.

El paisaje que se vislumbra desde la ermita de Santa Bárbara es determinante en la obra de Gay. «Es el inicio de toda mi trayectoria. Todo lo que pude aprender se inició aquí y de eso tengo una firme memoria y es lo que me queda», añade. «Fue muy importante para mí cómo vi pintar a mi padre y cómo él me enseñó a pintar a mí en este mismo lugar», continúa y se detiene en una mañana concreta de su infancia. Se detiene en el momento en el que su padre, que seguía pintando minuciosamente la torre de la iglesia, de repente pintó un cuervo. «Estaban revoloteando y él pintó uno y ese momento fue como dejar parado el tiempo y eso me emocionó entonces y cada vez que lo recuerdo», reflexiona. «Para mí, esta ermita de Santa Bárbara ha sido como el Erecteion de Atenas, algo igual de hermoso e intenso, y en el documental hay referencias», añade.
Lo siguiente fue estudiar Bellas Artes con el apoyo de su familia y el resto, ya es patrimonio de todos los aragoneses. La presencia de Gay fue realidad en parte gracias a Pedro José Labrador, uno de esos amigos de la infancia.