Los últimos 100 años de historia de la localidad bajoaragonesa de Mas de las Matas se escriben en cinco rostros. Son los de José Lamiel, que llegará al centenario en septiembre; Isabel Castañer, que cumplirá 101 en octubre; Dolores Martí, que soplará las 102 velas en septiembre; Antonio Fuster, que presume de 104; y Asunción Carbó, que celebrará los 105 el 15 agosto. Algunos nacieron en el pueblo, pero tuvieron que emigrar en su juventud; mientras que otros llegaron de municipios cercanos precisamente en busca de una vida mejor. Los que se fueron, ya volvieron. Y de los que se quedaron, algunos viven ahora fuera para estar al cuidado de sus familiares. Sin embargo, pese a las idas y venidas, todos tienen algo en común: están empadronados en Mas de las Matas y son el «orgullo» de sus vecinos.
José se mueve entre Aguaviva y Zaragoza, localidades en las que residen cada una de sus hijas. Por su parte, Isabel vive en Mas de las Matas con una de sus hijas y es vecina de la otra, ya que las dos hermanas habitan en el mismo edificio. En cuanto a Dolores, Antonio y Asunción son compañeros en la residencia municipal. En el hogar de estos últimos, se han reunido este miércoles los cinco con motivo del Día del Abuelo, que se conmemora cada 26 de julio. Rodeados de sus familiares, del medio centenar de residentes y de los trabajadores, han sido protagonistas de un homenaje preparado por el Ayuntamiento.
«Realmente no importan los años de vida, sino la vida de los años. Creo que todos tenemos que aprender de los abuelos y más a día de hoy. Ellos lucharon mucho por nuestros derechos y libertades», les ha dicho la alcaldesa, María Ariño, quien ha despertado las primeras lágrimas de la tarde. Uno a uno (salvo Antonio, que está convaleciente), cada centenario ha recibido una banda con su nombre y su edad, una placa conmemorativa y una canción personalizada entonada por el grupo de jota municipal. Al terminar, han soplado las velas, con el número que ya tienen o que cumplirán este año, gracias a las cinco tartas horneadas por las cocineras de la residencia.
Hijos, nietos y sobrinos han arropado a sus familiares más longevos y los han enfundado en abrazos y besos. La emoción por el cariño que todo el pueblo ha trasladado a sus seres queridos ha encharcado, inevitablemente, sus ojos. También los ríos de lágrimas han corrido por las mejillas del resto de residentes, de trabajadores y, sin duda alguna, de los propios protagonistas. Los pañuelos de papel han resultado ser los mejores aliados para todos. «Es bueno emocionarse, porque significa que todos tenemos buenos recuerdos de nuestros abuelos», ha destacado Ariño.
José Lamiel, 100 años

Isabel Castañer, 101 años

Dolores Martí, 102 años

Antonio Fuster, 104 años
Antonio todavía está convaleciente de su última hospitalización, así que sus familiares han recibido su banda y su placa en su lugar.

Asunción Carbó, 105 años
