Pocas cosas en la vida son tan importantes para Eduardo Albalat como lo es la música. Además de su familia, esta siempre ha actuado como una válvula de escape en los malos momentos y el mejor acompañamiento para celebrar los buenos. La conoció de muy pequeño, cuando entre largas horas con sus abuelos joteros se enamoró de su sonido y decidió empezar a tocar el laúd, un instrumento que todavía hace sonar con gran cariño en la actualidad. «Desde que tengo uso de razón siempre he estado escuchando o tocando música. La jota en concreto tiene un espacio todavía más especial. Sin ella no sería músico», expresa Albalat.
Aunque lejos de ella queda el estilo musical al que se dedica. Además de ganadero y agricultor, Albalat es también uno de los cuatro integrantes de «Tente», grupo alcañizano de punk rock que tiene como inspiración a los Ramones. Su acercamiento a este estilo músical comenzó cuando solo era un chaval que acababa de llegar al instituto y ha seguido presente con intensidad todos estos años. «Unos compañeros buscaban a alguien que tocara el bajo en su grupo y me ofrecí. Nos hacíamos llamar «Cerrado por vacaciones». Conseguimos que nos cedieran el salón de actos del instituto para ensayar por las tardes e incluso llegamos a comprar un equipo de sonido vendiendo lotería», recuerda con nostalgia.
Pese a que nunca había tocado el bajo antes, fue ese mismo afán lo que en ese entonces sirvió para que Albalat aprendiera a dominar su técnica musical en cuestión de pocas semanas. «Siempre he dicho que aprendo mucho más a través de los oídos que por papeles. La base de escuchar que conseguí con mis abuelos me facilitó mucho las cosas con el bajo», señala.
Desde entonces, cuando tan solo tenía 16 años, no lo ha vuelto a soltar y siempre ha conseguido hacerlo sonar con el mismo entusiasmo en cada uno de los grupos y conjuntos de los que ha formado parte. En su trayectoria han cambiado de estilo, de ciertos integrantes y de nombre, pero siempre siguiendo fieles a su estilo y dispuestos a hacer una música para divertir. «Uno de nuestros mejores momentos fue cuando pudimos tocar en el Sorrofest, un festival de Barcelona muy icónico en el mundo del punk rock. Fue un exitazo que todavía recordamos», apunta.
El sumun de su trayectoria podría decirse que llega este año. El conjunto acaba de terminar de grabar su primer álbum de 19 canciones. «Lo grabamos en un fin de semana. Fue un trabajo intensivo pero muy gratificante porque después de tantos años tenía que llegar», explica Albalat. Todavía no tienen título oficial ni fecha de lanzamiento, aunque saben que cuando vea la luz querrán disfrutarlo por todo lo alto en su sitio favorito, que no puede ser otro que encima de un escenario.
Lograr grabar un disco es algo que nunca esperaba conseguir. Ha llevado tiempo y esfuerzo, especialmente para Albalat, quien desde siempre ha tenido que compaginar su trabajo y familia para desplazarse hasta el estudio en Alcañiz. «Es algo que siempre nos ha pasado a todos porque no somos músicos profesionales, tenemos vidas aparte, pero siempre hemos sacado tiempo para seguir con la música», confiesa.
También sigue ocupando un papel fundamental en su casa, donde Albalat no solo toca el bajo en sus ratos libres, sino que también colecciona una gran cantidad de instrumentos que no descarta hacer algún día sonar. «Cuando estoy dos horas ensayando me olvido de todo lo demás, es mi momento. La música siempre me ha dado eso, es mi única terapia», concluye.