Leonor Bruna dirige la Escuela 'Un perro andaluz' que se ha ocupado de parte de los talleres del Buñuel-Calanda.
Los jóvenes y niños han tenido un papel protagonista en el XIII Festival Internacional Buñuel-Calanda. En el marco del certamen se han visionado los trabajos que alumnos de los institutos de Secundaria de Caspe, Híjar y Calanda rodaron en las aulas dos semanas antes del inicio. Los niños de Primaria tuvieron su espacio la semana previa de la mano del mexicano Mario Barro.
La actriz y guionista zaragozana, Leonor Bruna, se ha ocupado de los talleres en los institutos al frente de la escuela de cine 'Un perro andaluz', un centro ubicado en Zaragoza que en septiembre cumplirá diez años. Cuenta con más de mil alumnos entre el curso y los que acuden a talleres como los realizados en las clases. La base y filosofía del equipo docente es el cine como herramienta para hacer pedagogía.
¿Qué se pretende con estos talleres con adolescentes?
Crear espectadores críticos. Deben seguir consumiendo cine e imágenes -videojuegos, tele, Youtube- pero siendo conscientes de la manipulación. La base de la filosofía de la escuela es que el cine es arte pero también una herramienta. La pueden usar para aprender idiomas o sensibilizar, pero también para provocar e imponer ideas. Nuestro día a día está rodeado de imágenes.
¿Cómo les reciben en las aulas?
Los alumnos del curso vienen por propia decisión aunque no todos se interesan por el cine al final. A veces es cosa de los padres. De hecho, hemos visto que no hay tantos niños tímidos, que es la excusa con la que a veces los traen a la escuela. Lo que hay son niños que con nosotros encuentran su pertenencia a un grupo. En España solo se fomenta el trabajo en equipo a través del deporte y si no te gusta, estás perdido. Salir a colegios donde nunca han hecho algo así es apasionante. ¡Es la bomba! Alucinan ellos y los profesores.
¿Cómo es el método?
En este caso, Roberto Sánchez los puso en situación con una introducción al surrealismo, eligieron el tema y creamos los símbolos. Cada idea cuenta y cada uno asume su responsabilidad en sonido, luces o lo que toque, y cumplen. Internet está lleno de tutoriales y cualquiera puede hacer un corto pero nosotros les transmitimos el lado humano: confianza. Que se proyecten sus cortos en el certamen da valor a su trabajo.
¿Llegan a ser conscientes del poder de las imágenes?
Sí. Cuando ellos deciden si un personaje entra o sale o si vive o muere, toman conciencia porque se ven ellos con ese poder de influir.
¿Qué le aporta la docencia?
Educar en este ámbito me parece de máxima responsabilidad. Tenemos el ejemplo de «Crepúsculo». Millones de adolescentes han aplaudido una historia que nos parece maravillosa pero que es la de una mujer sumisa. Algo hemos ido haciendo bien en estos diez años cuando exalumnos me dicen que le cambiamos la manera de ver cine y la vida. Eso me llena. Y me encanta ser mentora, poner la semilla de la transformación y que cada uno la use como quiera.
¿Por qué ese nombre tan buñueliano para su escuela?
Siempre me ha gustado Buñuel y una mañana me desperté y me salió. También dije que sería verde, a lo que añadí: «como yo», ¡algo que nunca había verbalizado! (Risas) Termino como me despido en el centro: Saludos desde la escuela donde los perros son verdes y hacen cine.
*Más información en la edición impresa del Suplemento Especial del XIII Festival Internacional Buñuel-Calanda