Julián Ortega ha sido este 2020 el beneficiario de la beca de estudios que cada año lanza el Centro de Estudios del Maestrazgo Turolense (CEMAT). Charlamos con él para ahondar en la investigación que desarrollará durante el próximo año gracias a una beca dotada con 1.000 euros.
¿En qué se va a centrar la investigación?
El estudio trata sobre lo que todavía en algunos libros escolares se continúa llamando ‘la Reconquista’. Aunque desde hace ya tres décadas los medievalistas preferimos más prudentemente, denominarlo ‘la expansión feudal’. Se trata de un sistema europeo a gran escala pero que en este caso se trabaja en una región concreta: el Maestrazgo. Se pretende renovar la agenda de estos estudios, que quizá se había quedado un tanto trasnochada porque tradicionalmente es un área de estudios en el que se le ha dado mucha importancia a las cuestiones políticas, pero menos a las cuestiones sociales, económicas y culturales. Un poco en la línea de renovación a escala europea que están experimentando este tipo de estudios, en Alemania, Inglaterra, también en Francia… pues nos ha parecido oportuno incorporar alguna de esas novedades a esta investigación sobre el Maestrazgo.
¿A qué se refiere el título: ‘Materializar la frontera’?
Los historiadores en general y los que nos dedicamos a la Edad Media en particular, estamos tradicionalmente muy aferrados al archivo, a estudiar los legajos, la documentación en pergamino, y somos un poco ‘ratas de biblioteca’. Pero en este caso de lo que se trata es -sin dejar evidentemente de dedicarle mucha atención a la documentación, que tiene una importancia clarísima- escribir Historia allí donde las cosas sucedieron. Darle mucha importancia al territorio, al patear y localizar esos sitios de los que nos habla la documentación. Teniendo una idea lo más aproximada posible del paisaje, tendremos otras pistas y otra información para completar las lagunas, que son muchas, que deja todavía la documentación de archivo. Materializar la frontera quiere decir tomar en consideración toda la parte del paisaje, los restos arqueológicos, la geografía… Todo esto tiene importancia en un mundo como es el Medieval, donde las dificultades de transporte eran tan notables. Tener un buen conocimiento de la caminera, de la red de poblamientos, de cómo se construían los castillos y de dónde se ubicaban… Toda esta serie de factores nos van a ayudar a completar un poco la información que tenemos.
¿La orografía puede dar claves fundamentales para entender la Historia?
Sí, sí. Precisamente la imbricación de la Geografía en la Historia nos da claves que un tratamiento separado no permite ver. Esto se pone de manifiesto además en una época como la que tratamos, entre los años 1160-1240, donde se da un choque entre dos maneras de organizar la sociedad: la cristiana feudal a un lado y la andalusí oriental a otro, con concepciones de la agricultura, la ganadería o la explotación del bosque muy diferentes. Queremos estudiar en este caso la transformación del paisaje, ver qué impacto tienen los episodios bélicos, se citan incendios en bosques y los primeros atisbos de lo que será la ganadería, la red de masías, la misma configuración de los caseríos en los pueblos… No hay que olvidar que el esqueleto del poblamiento que tenemos en la zona proviene de justamente esa red de aldeas que se funda a finales del siglo XII y principios del XIII.
Hay en esta idea de materializar la frontera un intento de poner en valor lo que es el patrimonio medieval de esta primera época de la conquista feudal, que está muy presente todavía en el Maestrazgo. Estoy pensando, por ejemplo, en el castillo de Castellote o en las murallas de Cantavieja, donde aún podemos tocar restos de esa época.
Todo este conjunto de datos cruzados entre la Geografía y la Historia forman en núcleo central de la opción metodológica que pretende desarrollar este proyecto.
Has mencionado los libros escolares, ¿por qué en ellos solo aparecen mapas planos y no se tiene en cuenta estas otras cuestiones?
Esos mapas planos responden a una concepción de la Historia de España, de la reconquista y de los reinos cristianos, muy orientada desde siglo XIX hasta prácticamente los años 70 a entender lo que es la formación de la Nación Española. Todos tenemos en mente esos mapas de España en los que la conquista avanza como olas continuas, con ritmos regionalmente diferentes pero de forma constante. Muchas veces incluso es explicada como un paseo militar. Una visión, además, que es claramente conservadora. En este caso de lo que se trata, y al hilo de la renovación que experimentan estos estudios sobre la frontera entre sociedades distintas, es de no hacer ese relato de batallas continuas, una detrás de la otra, sino de conocer qué tipo de vida llevaban no solo los aristócratas o el rey que impulsaba el avance de esa frontera, sino fijar la atención a los colonos que llegaban a las aldeas. Eso genera otra percepción del medio y de los paisajes que poco tiene que ver con esa cartografía de la que hablábamos.
Me gustaría también añadir que esa cartografía escolar es a veces muy tramposa, porque si tiene algo de particular la frontera en la zona que queremos estudiar del Maestrazgo es que permanece fija durante unos 70 años. En lugar de ese paseo militar y avance constante lo que tenemos es una frontera que se fija que por dificultades de varios tipos. En primer lugar la intrincada orografía del terreno, que secularmente ha tenido una importancia clave en acontecimientos que van desde las Guerras Carlistas a este mismo. Por otra parte, la resistencia andalusí, que fue más importante de la esperada. Y finalmente el tener en cuenta que los feudales, y también los andalusís, no siempre se comportaban de una manera solidaria entre ellos, cada uno tenía unos intereses y competían por llevarse el mejor trozo de la tarta, esto hacia que de vez en cuando hubiera conflictos que no iban precisamente a favorecer el avance de la frontera.
Todo esto son aspectos que en una visión desde arriba, desde la política hacia abajo, no siempre permiten percibir otras cosas. De ahí que el subtítulo del proyecto sea ‘Observando la frontera desde abajo’. Queremos hacerlo de una manera muy apegada al terreno y desde cuestiones que tienen más que ver con la vida cotidiana, y que hasta ahora habían quedado un tanto orillados en la investigación.