Los APN localizaron los cadáveres de dos águilas reales esta semana en Cantavieja
Los Agentes para la Protección de la Naturaleza que operan en la zona de Cantavieja localizaron dos ejemplares de águila real muertos por electrocución a principios de esta semana. Los animales fueron localizados gracias a la llamada de un particular, que vio uno de los cadáveres colgando de una torre de electricidad. Una vez retirado el cuerpo, se realizó una inspección de la zona y se encontró otro ejemplar muerto en las inmediaciones.
Desgraciadamente este tipo de accidentes no son casuales, sino que son muy comunes a lo largo y ancho de la geografía española. «Suceden de forma cotidiana», señala José Luis Lagares, APN de la zona de Andorra-Sierra de Arcos y gran conocedor de la fauna ornitológica de todo el territorio.
Los tendidos eléctricos suponen una gran amenaza para las aves, sobre todo para las de mayor tamaño. Los pájaros suelen morir de dos formas muy diferentes: una es por choque y otra por electrocución, la más común. «Los choques de las aves contra los cables se producen en días de niebla, de poca visibilidad o cuando el contraluz hace complicado que puedan ver con nitidez los obstáculos», explica Lagares.
Este tipo de problema se podría calificar como «menor» porque muchas veces entra en juego el tema del azar y son muchos los tendidos eléctricos que ya cuentan con salvapájaros, un método que sirve para ahuyentar a los animales. Sin embargo, los accidentes por electrocución son muy diferentes. «Es un problema gravísimo que está llevando a la extinción a varias especies». Dos claros ejemplos son el del águila perdicera y el búho real, aves protegidas y en peligro de desaparición.
La muerte por electrocución afecta sobre todo a las rapaces, que utilizan las líneas de media tensión, las torres eléctricas, como si fueran la copa de un árbol. Un lugar perfecto para otear posibles víctimas, de descanso durante su viaje e incluso de aseo diario. Es bastante común observar a muchas aves sobre los cables eléctricos, por eso quizás sorprenda que muchos pájaros mueran electrocutados, pero es que ahí no está el riesgo.
«El problema viene dado cuando las aves se apoyan en lo que es el poste, la torre de luz. Desde allí vigilan su entorno y la electrocución sucede cuando se disponen a iniciar su vuelo. Una de sus patas está sobre un apoyo, que carece de un material aislante, y la electrocución se produce cuando sus alas tocan uno de los cables al iniciar el despegue», indica. El apoyo del poste hace de toma de tierra y el contacto del cuerpo del animal con el tendido eléctrico acaba siendo fatal.
Un problema con solución
José Luis Lagares explica que esta problemática tiene solución. «Consistiría en poner una cubierta que estuviera hecha de algún material aislante, como el pvc. ¿Qué sucede?, que eso vale un dinero y las grandes compañías eléctricas no quieren gastárselo».
Pero es que además existe otro inconveniente. Cuando ocurren este tipo de accidentes, los APNs realizan la denuncia y esta se queda en nada. «Nunca se entiende que la empresa es responsable de la muerte de estos animales. Es obvio que no tienen intención de matar, pero se trata de animales que están protegidos y alguna solución hay que encontrar», alerta.
La muerte de la pareja de águilas reales es «una barbaridad», así lo califica José Luis Lagares. Se trata de una pérdida importante para una especie que está incluida en el «Libro Rojo de las Aves de España», como animal «casi amenazado», y también en el «Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial». De hecho, en la provincia de Teruel se estima que hay 90 parejas de esta especie, que ahora son 89.
«Seguramente haya más cadáveres por el territorio, pero todavía no los hemos encontrado. Es una verdadera pena, porque estas muertes suponen que haya menos descendencia y así es como acaban desapareciendo algunas especies…», lamenta el APN.