Los regantes del canal Calanda reparan de su bolsillo reventones y se plantean demandar
Confían en que la cosecha no está perdida pero saben que el agua es lo único que puede salvarla. Los agricultores del Bajo Aragón Histórico miran sus explotaciones con incertidumbre y apesadumbrados ya que el 80% del cereal sembrado en el secano a final de 2017, todavía no ha crecido. El retraso es más que evidente y, cuando los campos deberían estar verdes, es prácticamente imposible diferenciar entre un sembrado y un rastrojo.
La ausencia de precipitaciones durante el verano y la sequía extrema que se ha prolongado hasta el momento son las razones por las que las semillas de cebada, trigo o avena no hayan nacido. Si bien es cierto que han caído hasta 30 litros en las últimas dos semanas, llegaron acompañados de cierzo.
«El aire crea una capa dura, que llamamos costra, y la semilla, pese a que haya germinado, no puede romper. Sólo la niebla o las precipitaciones ablandarían la superficie y permitiría la nascencia», explica Juan Carlos Brun, presidente de la Cooperativa Nuestra Señora de los Pueyos.
Define el año como «raro» ya que «puede ser que al final los datos de lluvia se ajusten a la media pero hay que ver cómo llueve, porque descarga un día de golpe y ese agua no llega a aprovecharse porque no cala», reflexiona.
No obstante, las últimas lluvias de hace una semana han ido bien para el secano. «No se da por perdido porque, aunque tarde, nacerá pero vamos con mucho retraso», explica el agricultor alcañizano, Luis Egea.
De no seguir lloviendo en condiciones óptimas, la preocupación ya no está solo en el secano, también en el regadío y en los segundos cultivos. Si los embalses no recuperan capacidad, el panorama se complica. De hecho, en el Sindicato del Guadalope ya se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de que haya que restringir los riegos y peligran las segundas cosechas que deberían darse en primavera. Las últimas lluvias también dan esperanza en este sentido y hasta marzo hay margen de más precipitaciones.
«Ahora, con el agua que hay embalsada río arriba, tenemos para tres riegos. Podremos sacar la cosecha de invierno, pero peligran los maíces, alfalfas, frutales… Hay un problema», explica Egea, vocal de la Junta de la Comunidad de Regantes de Alcañiz, una de las tres que existen en la capital bajoaragonesa. «La esperanza no está perdida porque puede llenarse el pantano en 24 horas como ya ha sucedido otras veces y ya no hay problema pero, ahora mismo, la situación es preocupante», añade.
El campo está atento a la predicción que señala que, pese a que la situación ha mejorado en las últimas semanas, las distintas subcuencas acumulan varios meses de déficit hídrico, con un segundo semestre de 2017 que pasará a la historia por su extrema sequedad en el territorio, por lo que es previsible que la situación de sequía tarde en revertirse.
Las últimas precipitaciones que se han producido en el territorio y las previsiones a corto plazo indican que seguirán produciéndose lluvias y nevadas en cotas medias y bajas, sin embargo, es tal la sequedad del terreno que no es previsible una contundente mejoría del nivel de los embalses, por lo que habrá que confiar en más lluvias o nevadas a medio y largo plazo. Ríos como el Guadalope, el Martín y el Aguasvivas se mantienen con caudales muy bajos y embalses todos ellos por debajo del 40% de su capacidad. Es el caso del embalse de Calanda, a tan solo el 27%, o el de Cueva Foradada, al 31%. Otros ríos como el Matarraña, pese a ser una de las cuencas en las que las últimas lluvias más agua y nieve dejaron, siguen con caudales más propios del verano que del ecuador del inverno.
Situación bien distinta se vive actualmente en los embalses de Mequinenza y Ribarroja que, tras registrar a finales de 2017 unos de los niveles más bajos de su historia reciente, se encuentran actualmente al 86% y 92% de su capacidad respectivamente gracias a las importantes lluvias que sí llegaron a la cuenca alta del Ebro y a los Pirineos.
La tónica de esta campaña es muy diferente a la de la anterior. En el otoño de 2016 se empezó a sembrar en unas condiciones muy favorables, con el tempero del verano y lluvias que acompañaron durante toda la época de siembra. No obstante, la campaña se truncó en la primavera. La ausencia de precipitaciones hizo que el grano se secara demasiado pronto y mermó la producción.
Con este panorama, la única opción viable para el agricultor es el seguro agrario, que garantiza unos kilos por hectárea ante las sequías y otros fenómenos meteorológicos como el granizo. Pero aunque sindicatos agrarios y administraciones recomiendan hacerlos, todavía quedan algunos productores reacios.
Hartos de los reventones
El otoño seco obligó a recurrir a los sistemas de riego poniendo en evidencia que los reventones en 23 kilómetros de tubos de la segunda fase del Canal Calanda-Alcañiz continúa sin solución. «Tenemos la campaña encima y lejos de mejorar, la situación está peor», dice el vicepresidente del Canal, José Miguel Ayuda basándose en los datos. «El año pasado tuvimos 19 reventones y este, en solo un mes, ya llevamos cuatro», denuncia.
Más de 200 agricultores se ven afectados por estas averías. Desde que se dieron las primeras en 2012 estiman que han sufrido alrededor de un centenar en todo este tiempo durante el cual solo se han restituido cuatro kilómetros de tuberías defectuosas. «En su última propuesta, DGA nos ofrecía cambiar otro pequeño tramo y no puede ser. Se tiene que hacer entero, que hablamos de 23 kilómetros», lamenta Ayuda.
De momento han conseguido atajar el problema de la inmediatez en la reacción pero a costa de los propios agricultores. En agosto, y en vista del inmovilismo, decidieron asumir ellos los arreglos. «La condición fue que nosotros poníamos la mano de obra y DGA nos proporcionaba el material pero, de momento, no hemos visto nada», añade.
Exigen al Gobierno de Aragón que depure responsabilidades por ser el organismo titular de las obras de la segunda fase del Canal en coordinación con la empresa pública Sarga. Piden que sea la administración la que se enfrente a Uralita (actual Coemac), la responsable de fabricar los tubos que resultaron defectuosos. Lo exigen los bajoaragoneses y cinco comunidades más de todo Aragón afectadas por el mismo problema. La semana próxima está prevista una reunión en la que decidirán si llevan el caso a los tribunales. «Desde hace meses estamos con abogados, hemos dado mucho margen y creemos que ya es suficiente», concluye Ayuda.
El mismo problema padecen en Maella, localidad en la que se crearon 2.100 hectáreas de regadío dentro del PEBEA que abarca también a Caspe y Fabara. Hace tres años Sarga cambió 900 metros de tubos defectuosos pero quedan otros cuatro kilómetros. «Acuerdo para solucionar no hay y vamos arreglando las averías que van saltando pero algo tienen que hacer», reivindica el presidente, Ángel Balaguer.