‘Historia de un gato’ es un libro lleno de ilustraciones que resulta delicado y elegante, cuidado -se nota- hasta el más mínimo detalle. El título engaña porque recoge en realidad la historia de muchos animales y, en el fondo, también la historia de su autora: Laura Agustí. La ilustradora relata en esta nueva obra cómo su infancia en Valdealgorfa le permitió vivir rodeada de animales y plantas, piezas clave en sus diseños hoy en día.
En el libro queda muy patente tu vinculación con el Bajo Aragón.
Sí. El libro se llama ‘Historia de un gato’ y cuenta precisamente mi vinculación con un gato, pero también he tenido que ir a mis orígenes para entender de dónde venía esa pasión por los animales. Obviamente crecer y criarte en un pueblo ayuda a que el contacto con ellos sea mucho más estrecho.
Precisamente una de las páginas iniciales de 'Historia de un gato' es una ilustración panorámica de Valdealgorfa.
Sí. Era importante ubicarlo bien. Llevo viviendo en Barcelona 20 años pero siempre he tenido muy presente mi origen y para ubicar toda mi infancia era necesario explicar dónde está Valdealgorfa: altitud, habitantes… todo. Me parecía súper interesante para que la gente pudiera comprender el inicio, porque no tiene nada que ver criarse en una ciudad que hacerlo en un pueblecito. Y además no es lo mismo un pueblo de Teruel que uno de la provincia de Barcelona. Aquí cuando me dicen «pueblo» están hablando de 60.000 habitantes. ¿»Pueblo»? ¡»Pueblo» es lo mío! (ríe).
¿Y qué queda de esas vivencias en Valdelagorfa?
Me queda mi familia, a la que me encanta ir a visitar cuando puedo. Al final mi obra se centra principalmente en los animales y en la botánica, que es con lo que crecí. Está muy patente todo eso en mí.
El libro cuenta en realidad tu relación con los animales.
Sí. ‘Historia de un gato’ es el título que había que poner porque en la parte central del libro hablo de mi relación con el gato con el que conviví 17 años, pero en realidad hablo de todos los animales que me han acompañado. También mientras tenía a mi gato tuve un perro, que cuando me separé de mi pareja se lo quedó él y lo teníamos en custodia compartida… Es decir, hablo de muchos animales. Al final es mi vida con los animales.
¿Por qué surge la necesidad de plasmar todo esto en papel?
Surge cuando a mi gato le diagnostican insuficiencia renal. Llevábamos juntos 15 años y de repente vi muy claramente que el fin estaba próximo, cosa que cuando coges un animal no quieres ser muy consciente. No quieres ver el final, pero empecé a verlo. Necesitaba de algún modo plasmarlo todo, retener nuestras vivencias. Empecé a hacerle muchísimas fotos, a dibujarlo, a escribir. También era un animal muy mediático porque aparecía mucho en mis redes sociales y la gente le tenía mucho cariño. De hecho cuando él murió recibí muchísimos, muchísimos mensajes, porque al final la gente hace suya la historia, o la conecta con la propia, con sus pérdidas o vivencias.
Abordas el duelo frente a esta pérdida. No es común hablar de esta cuestión referida a mascotas...
Yo empecé a buscar y no encontré muchos libros referentes al duelo en animales. Encontré uno de Antonio Gala que habla de su perro, encontré otros que hablaban de duelo en general, pero no hay tantos destinados a cómo superar el de los animales. Al final es un duelo tan próximo como el de una persona porque te acompaña en todos tus momentos: en los buenos, en los malos, van pasando las parejas pero ellos siempre están… Se conecta mucho con ellos.
¿A quién consideras que puede interesar 'Historia de un gato'?
Supongo que va destinado a todas las personas a las que les gustan y tienen animales, porque al final es la historia que van acabar viviendo ellos de una manera u otra. El otro día me escribía una psicóloga que me sigue en Instagram, que no tenía animales, pero que había mucha gente que iba a su consulta a tratar el problema del duelo animal y me decía que le había parecido súper interesante el libro. Me resultó muy gratificante porque al final yo no lo he escrito para nadie en concreto sino para mí, porque ha sido muy terapéutico, pero si de paso la gente conecta con él y le ayuda de algún modo a ver que esto nos ha ocurrido a todos creo que es algo muy bonito.
¿Cómo te sentiste al perder a tu gato, a Oye?
Me sentí muy perdida y sentí un vacío muy grande. Llevábamos juntos muchísimos años y él siempre estaba conmigo. También es verdad que por mi profesión yo he estado mucho tiempo en casa y hemos compartido mucho tiempo y mucho espacio. De repente sentí que me faltaba, se me caían las paredes. Por fortuna tengo muy buena relación con mi ex pareja y rápidamente me mandó a mi perro. Lo tuve un montón de meses en casa hasta que él se tuvo que mudar lejos y ya me quedé sin ningún animal. Tardé un mes en ir a la protectora a rescatar a las dos gatas que tengo ahora.
El libro funciona casi como una suerte de manual, con indicaciones y recomendaciones...
A Oye lo adopté cuando yo tenía 23 años, acababa de terminar la carrera. No lo hice con tanta conciencia como lo estoy haciendo ahora. Igualmente cuando tú coges un animal buscas las soluciones a los problemas que te van surgiendo. Cuando adopté a Oye, a los tres años quise meter en casa a una gata adulta de una señora mayor que había muerto, y fue un desastre. Ahí tuve que buscar la manera de cómo poder hacerlo. El libro va narrando mi vida, pero hay páginas donde muestro las curiosidades o cosas de interés que a mí me iban surgiendo conforme iba teniendo experiencias con él. Por ejemplo, el significado de su cara, cómo hacerle la vejez más cómoda… A mí me parecía muy interesante que el libro tuviera dos líneas que se van entremezclando: el relato autobiográfico junto a todas las curiosidades que me iban surgiendo.
Mencionabas el tema de las redes sociales, resulta curioso cómo la gente se siente vinculada a tus animales.
Sí, es muy curioso. Para mí Instagram, además de servirme de altavoz para mi trabajo, es un lugar donde publico trozos de mi vida de una manera muy natural. Si estoy desayunando y veo que las gatas están en una postura curiosa les hago una foto y lo subo. Al final es una ventana a tu vida y todo el mundo tiene acceso. Vas viendo el animal y le vas cogiendo cariño. A mí también me pasa con otros. Estás ahí, te ven y es fácil conectar.
Hablábamos antes del duelo pero, ¿cómo es ahora tu vida con las dos gatas que rescataste: Señora y Petrusca?
Yo estoy feliz y creo que ellas también. Es muy gratificante haber rescatado dos gatas adultas, porque son quien menos posibilidades tienen en las protectoras de ser adoptadas. La gente tiende a adoptar a cachorros, y yo también lo entiendo, pero hay muchos gatos adultos que vienen de gente que ha fallecido, de gente que se separa y no tiene donde dejarlos, gente que enferma… Hay tantos animales adultos que necesitan ayuda… Rescatarlos a ellos es súper gratificante y muy bonito al mismo tiempo. Ellos llevan sus mochilas también. Te los has de ir ganando, conquistando, y al mismo tiempo son súper agradecidos. A mí estas dos gatas me hacen muy feliz. Estoy muy contenta de haber dado el paso de adoptarlas. Ha sido un rescate mutuo.
¿Somos nosotros quienes elegimos a los animales o más bien es al revés?
Tengo clarísimo que nos eligen ellos. Yo no quería una gata de raza a la que hay que cepillar cada día y a la primera que rescaté fue precisamente a Petrusca. Me miraba y estaba tan hecha polvo que yo pensaba «¿Cómo voy a dejar a esta gata aquí?». Ha sido muy bonito ver cómo ella se ha transformado, porque estaba fatal. Estas dos gatas venían de un síndrome de Noé en un local o una casa, convivían 35 gatos en muy mal estado. Ahora ella tiene un pelo precioso y a mí me encanta cepillarla (ríe).
¿Cómo actuar ante este tipo de animales cuando no sabemos qué llevan en la mochila?
En las protectoras te indican. Hay animales que de entrada ven que no son tan fáciles y los van ubicando en casas de acogida. Ellos te hacen muchas preguntas y saben qué animal puedes llevarte para que funcione. Yo nunca había ido a una protectora y ha sido una experiencia preciosa.