Hasta 18 familias llegaron a vivir en Calanda de la alfarería en las primeras décadas del siglo XX y hasta la Guerra Civil. En el barrio de las Cantarerías residían 300 personas y la localidad bajoaragonesa era uno de los centros productores de los cántaros y las tinajas que después se exportaban a todo Aragón. Era tal su fama que incluso algunos alfareros se desplazaban unos meses cada año a localidades del Pirineo como Sarsamarcuello y Nueno para trabajar y al final se quedaron a vivir allí. Ahora ya solo queda el recuerdo de aquella producción que empezó a flaquear en el siglo XIX con la entrada en el mercado de los barrenos de hojalata y que se terminó con la industrialización y la llegada del agua a los domicilios. De nada servían ya los cántaros si ya se disponía de agua en casa.
La historia de Calanda va ligada a la de la alfarería y ahora se puede encontrar recopilada en el libro ‘Tierra, Agua, y Fuego’, escrito por Daniel Aguilar Sanz y Lorenzo Gasca Castán. Lo ha publicado el Grupo de Estudios Calandinos con la colaboración de la Comarca del Bajo Aragón y el Ayuntamiento de Calanda. El sábado se presentó en el CBC con un gran éxito de asistencia. «A Calanda se la conoce por la Semana Santa, Buñuel, el melocotón… y muchos no recuerdan que fuimos un importante centro productor de cerámica contenedora de líquidos. Con el libro queremos dar realce a aquella actividad», explica Daniel.
El libro surgió porque el joven Daniel realizó su trabajo final de grado de Historia del Arte sobre la cerámica de su pueblo recopilando información y tiempo después, en el Grupo de Estudios Calandinos conoció a Lorenzo, que también había investigado sobre la alfarería. Primero han recopilado la historia de la cerámica desde el neolítico hasta el siglo XX y después explican la producción y cómo se exportaba a todo Aragón. El libro también incluye historias humanas recordando a algunas de las familias que produjeron cántaros hasta el siglo pasado y un perfil biográfico de los últimos alfareros. En agosto falleció el único que quedaba ya, al que llegaron a entrevistar. «Los últimos alfareros ya no se dedicaron exclusivamente a la cerámica, eran personas que habían conocido el oficio de sus padres y abuelos y lo trabajaban en los ratos libres», explica el joven.
ASI SE ENSEÑA, SE CONOCE Y SE AMA LA TRADICION
ENHORABUENA A LOS AUTORES DEL LIBRO
La cultura, une.
Lo demuestra el llenazo del local y el interes Por el tema del libro.
Un aplauso a los autores y a esa agrupacion cultural que con acierto, programa actos como este.
En definitiva….gracias !!!!.