Lidia Tomás y Carlos Rey se compraron su casa en la calle San Roque el pasado verano, un inmueble que han ido arreglando aunque «estaba para entrar a vivir». Atrás dejan un piso en Zaragoza con el mismo espacio que la primera planta de su casa urreana.
Carlos es barcelonés y Lidia, urreana. «He cumplido un sueño porque siempre dije que quería vivir en el pueblo que es punto de encuentro de familia y amigos», dice. Plantearon esta nueva vida para la jubilación pero el hecho de que la vida en Zaragoza sea cada vez más costosa precipitó los planes. Pusieron a la venta el piso para comprar otro pero los precios descartaron Zaragoza y en Urrea se les presentó una ocasión «única» de adquirir su nueva casa.
Son autónomos y tienen una empresa de pinturas con almacén en Cuarte de Huerva. Él se desplaza y el día que toca oficina, teletrabaja, algo que Lidia puede permitirse más días porque se ocupa de la parte digital. «En una gran ciudad ir a trabajar implica una hora o más de viaje, la distancia entre Urrea y Zaragoza, así que, ¿por qué no?».