En Alcañiz se estima una pérdida de en torno al 30 o 40% de la producción, mientras que en otras zonas «ya no hay remedio»
La Semana Santa y los últimos días han estado marcados por la inestabilidad meteorológica en gran parte del Bajo Aragón Histórico. La lluvia ha caído con mayor o menor intensidad en prácticamente todo el territorio y ha sido muy bien recibida por los agricultores. Sin embargo, se antoja demasiado escasa.
En la zona de Alcañiz apenas se han recogido 25 litros por metro cuadrado, insuficientes y que por si fuera poco llegan tarde. En la cooperativa Nuestra Señora de los Pueyos explican que ya hay una merma asegurada de entre el 30 y el 40% debido a la sequía invernal, aunque son conscientes de que la situación podría empeorar si no hay precipitaciones durante el próximo mes. «Llueva o no mucha parte de la cosecha ya ha muerto, aunque si ahora vuelve a hacer calor y nos metemos con 25 grados ya sí que no habría nada que hacer», explica el presidente, Juan Carlos Brun, que siempre y cuando llueva se muestra «optimista» porque la espiga que nace es de calidad.
«Si ahora vuelve a hacer calor y nos metemos con 25 grados ya sí que no habría nada que hacer» | Juan Carlos Brun, presidente cooperativa Nuestra Señora de los Pueyos de Alcañiz
Mucho peor es la situación en otras zonas del territorio como el Bajo Martín, el Bajo Aragón – Caspe o la parte baja de Andorra, donde el cereal llevaba el ciclo más temprano de todo Aragón y ya no dará grano. «Ahí ya no hay remedio. El agua siempre es buena, pero para estas zonas ha llegado tarde y en según qué partes posiblemente ni siquiera se coseche», sentencia David Andreu, secretario provincial de UAGA en Teruel.
Para explicar de dónde viene el problema hay que remontarse al principio de todo. La nascencia del cereal fue muy buena, con abundante agua en el final de otoño y el principio del invierno, algo que sumado a las altas temperaturas permitió que el crecimiento natural se adelantase. Sin embargo, los meses críticos fueron enero, febrero y marzo. Anormalmente secos, en los tres primeros meses del año las precipitaciones brillaron por su ausencia, lo que provocó que la cebada comenzara a sufrir la sequía asegurando una merma que varía en función de la ubicación de los cultivos.
«Necesitaríamos una cantidad de agua muchísimo mayor para poder asegurar una cosecha normal. Dependemos de que llueva durante lo que queda de abril y mayo» | José Manuel Roche, secretario general UPA Aragón
José Manuel Roche, secretario general de UPA Aragón, lamenta la tardanza de las precipitaciones y, como Brun, destaca que son insuficientes. «Necesitaríamos una cantidad de agua muchísimo mayor para poder asegurar una cosecha normal. Estos 25 litros nos han dado un receso pero dependemos de que llueva durante lo que queda de abril y mayo», subrayó. En su caso, cifra la merma en torno al 20 o el 30%, aunque es consciente de que las próximas semanas son clave para el futuro del cereal. «Si no lloviera más tendríamos unas pérdidas mucho mayores. Es muy importante que no suban las temperaturas porque entonces se adelantará aún más la cosecha y tendremos paja pero no grano», destacó.
El agricultor, perjudicado
Como suele pasar en estos casos el principal perjudicado es el agricultor de secano. Con los regadíos no ha habido ningún problema y los campos están que da gusto verlos, pero desafortunadamente pocas hectáreas de la provincia cuentan con este sistema. «Es lo de siempre. Se queda la tierra sin cosechar y encima hay poco índice de aseguramiento porque los seguros agrarios dejan mucho que desear. Eso lo paga directamente el agricultor porque repercute en una pérdida de renta», lamenta David Andreu.
Sea como fuere ya no hay nada que hacer y no tiene sentido lamentarse por el agua no caída. Solo queda mirar al cielo y confiar en que llueva durante las próximas semanas para salvar la máxima cosecha posible.