El escritor Luis Moreno-Caballud, de raíces caspolinas, presentó este miércoles su obra ‘La gran abundancia’ en la Biblioteca Municipal de Caspe. Esta novela hace del presente una distopía en constante bombardeo de contenidos lingüísticos incapaces de transformar nuestra experiencia pero que condicionan la felicidad de los individuos. En su obra, el autor hace reflexionar al lector mostrándole multitud de similitudes entre el mundo imaginario de la ficción y la realidad actual.
¿Cuál es el argumento principal de la gran abundancia?
‘La gran abundancia’ es una novela que imagina un mundo que, en cierto sentido, es parecido al nuestro pero, al mismo tiempo, también es diferente. En ese mundo, las grandes compañías multinacionales y las grandes élites del planeta no se dedican a las finanzas, ni a la extracción de petróleo ni este tipo de cosas. Sino que trabajan en lo llamado como “asistencia personal” y consiste en la distribución de historias a personas individuales. Con ellas se intenta que den sentido a las vidas de cada individuo en el mundo. Todo en este mundo gira en torno a esta asistencia personal y la gente de esta realidad distópica siente que no puede vivir sin esas historias, dependen de ellas.
¿Cómo son esas historias?
Hay de muchos tipos, a veces utilizan los recursos de la literatura, pero también se parecen a lo que nosotros conocemos como coaching, terapia, los anuncios publicitarios, etc. En la “asistencia personal” aparecen muchos lenguajes, textos y mensajes. El concepto es una síntesis de todas esas áreas. Y todos los mensajes o textos tienen el objetivo de convencer a las personas de que existen en el mundo y es una forma que tienen de darle sentido a sus vidas.
¿Esta es la forma en la que aparece nuestra realidad reflejada en ese mundo distópico?
Efectivamente. Este es un mundo que se parece al nuestro, ya que nosotros también estamos bombardeados por historias carentes de sentido que condicionan nuestras elecciones. Pero, claro, la novela es distópica porque se supone que este es un mundo feliz, como en la novela clásica de Aldous Huxley. Pero en realidad no lo es. El problema es que cuando el sentido de nuestras vidas nos lo tienen que dar otros, ya hecho, ya confeccionado e individualizado, se pierde toda la dimensión común y la capacidad que tenemos todos de dar sentido a nuestras vidas. Al perder eso nos desprendemos de algo fundamental para el ser humano y eso provoca muchísimo malestar y muchísimos problemas. Y yo creo que eso es algo común entre la novela y nuestra realidad.
Esta obra invita a sacar muchas reflexiones…
Principalmente se identifican las sinergias que hay en nuestro mundo, que podríamos considerarlo como un secuestro de la imaginación y de la capacidad de creación. Es una forma de ejercer poder sobre las personas que son diferentes, quienes están creciendo y que son distintas a las formas tradicionales. Estas sinergias son más amigables en apariencia, ya que nos mandan lo que se supone que nos va a hacer bien y nos dicen que consumamos más, que tengamos nuevas experiencias, que nuestra vida tiene que ser más interesante… Pero, al mismo tiempo, es una forma de poder de una extrema violencia, porque en el fondo lo que nos están diciendo es que nuestra vida nunca es suficiente, que no basta con estar vivos y con pertenecer a una red de personas interdependientes. Sino que tenemos que ser individuos que dejemos una marca en nuestra vida o la convirtamos en una empresa.
Son asuntos que se pueden ver plasmados en nuestro día a día en cierto modo…
Eso creo. Hay multitud de ejemplos en la novela. Cada vez tenemos menos tiempo para pararnos a pensar en qué es lo que realmente queremos, quién es la gente que de verdad nos importa y que podemos hacer junto a ellos para dar sentido a nuestra vida. Para ello, las personas se deberían plantear qué cosas queremos transformar y cuáles son nuestros modos de vida. Sobre todo, teniendo en cuenta que estamos en un momento en el que, si no hay un cambio drástico e importante en nuestra forma de vivir, vamos de camino a hacer precisamente imposible la existencia en el planeta.
¿Cómo reaccionan los lectores a esta novela?
La gente que lee la novela se ve reflejada en la falta de tiempo, en sentirse bombardeada con informaciones, con ficciones… Estamos constantemente atravesados por fragmentos de sentido que no podemos digerir y que no van a cambiar nuestras vidas pero que nos dejan en la posición de espectadores impotentes, en lugar de tomar las riendas de nuestra propia vida y tratar de transformarla.
¿Cómo surge la idea de plasmar estos conceptos en este libro?
Yo empecé a escribir esta novela en 2008, el año de la crisis. Paré y la retomé en varias ocasiones. Pero es cierto que es una obra muy marcada por el momento que se vivió en aquellos años. En ese momento muchas personas nos dimos cuenta de que las cosas no estaban bien. Pero no solo algunos aspectos en particular, sino todo el marco de convivencia y en el pacto tácito que había en nuestra sociedad. No solo en España, también en otros países. De hecho, yo vivo en Estados Unidos y también fue parecido. Lo que se nos había prometido, cierta estabilidad y el bienestar, no lo íbamos a conseguir realmente a cambio de lo que se nos pedía: esforzarnos individualmente, trabajar, estudiar… En ese momento se abre una grieta y surge la necesidad de reflexionar acerca de la sociedad en la que vivimos. Y la novela surge de esos pensamientos que nacen a raíz de la situación de aquellos años.