El eurodiputado defiende el aprovechamiento de las ayudas y urge la aceptación del final del carbón en las cuencas mineras
El eurodiputado y activista francés Florent Marcellesi (Los Verdes) abogó por una transición inmediata y por aprovechar al máximo los fondos que quedan hasta que se cierren las térmicas en unas jornadas que organizó en Bruselas el miércoles tituladas Un futuro post-carbón para las cuencas mineras.
¿Por qué decide organizar estas jornadas?
Vemos las necesidad de aportar alternativas a las cuencas mineras porque creemos que es el momento de afrontar la realidad desde un punto de vista económico, climático y de la salud. El carbón ya ha terminado. Económicamente, las ayudas para el cierre terminan en 2018. A nivel climático, tenemos el Acuerdo de París que marca claramente el camino hacia las renovables y a nivel de salud el carbón tiene un gran impacto. Las cuencas tienen que tener alternativas económicas y de empleo.
¿Qué alternativas?
Apostamos por una transición justa y ecológica. Si hemos salido del carbón, es para entrar en una reconversión sostenible basada en economías verdes con empleos dignos. Nosotros proponemos que en España se cierren todas las centrales en 2025 porque tenemos formas de producir energía más ecológica y respetuosa con el medio.
Algunos ejemplos…
Rehabilitación de edificios, energías renovables, agricultura ecológica, economía social y solidaria. En estas actividades se encuentran los empleos de hoy y de mañana porque el futuro del empleo es la ecología. Esto se debe hacer contando con la historia minera y poniéndo el valor su pasado. Y, por supuesto, contar con la gente.
Pero, ¿es posible ahora en dos años reconvertir las economías de las cuencas mineras?
Dinero ha habido en estos años, y mucho. Otra cosa es cómo se ha usado, para qué se ha usado y para quién lo han usado. Por eso nosotros pedimos una auditoría de los planes Miner. Pero eso no lo explica todo. Cómo quedan pocos años, no es el momento de quedarse parados, sino de aprovechar al máximo las ayudas que quedan para obtener resultados de éxito.
También ha habido experiencias positivas.
En algunas cuencas si ha habido atisbos. Nuevas formas de emprender y nuevas actividades económicas como la instalación del Centro de Estudios Ambientales Ítaca de Andorra, un ejemplo muy bueno. El problema es que lo que se ha hecho, no se ha hecho de forma planificada, ni con una visión de conjunto; ni en coordinación con las diferentes administraciones públicas.
Pero las cuencas siguen pidiendo más tiempo…
Eso es alargar una muerte anunciada, por lo que hay que mirar la realidad y actuar ya. Aprovechar no sólo los fondos mineros que quedan, sino otros programas europeos destinados a renovables y a periodos de transición.
Propone un cambio de mentalidad total.
Sí. Hay fondos y el problema ahora no es tanto una cuestión económica. No podemos pensar que el carbón va a seguir adelante y defenderlo con uñas y dientes, cuando realmente el camino y el proceso va por otro sitio. Es como un proceso de duelo. En el duelo, primero se rechaza, después se acepta y luego se supera. En las cuencas mineras estamos todavía entre la primera y segunda fase y tenemos que pasar a la tercera para apostar por la transición ya. Porque, contra más tarde la aceptemos, más dura será la bofetada. Y aún estamos a tiempo.
Hay cuestiones favorables.
Las cuencas mineras tienen todo para hacerlo bien. Tienen un potencial enorme empezando, sobre todo, por la identidad minera, que aporta valores esenciales para ser una comunidad valiente como son la solidaridad y el espíritu reivindicativo. Hay que jugar con esto no para defender el carbón sino para defender otro tipo de futuro.