Haber vivido situaciones extremas debido a una enfermedad, superarla y tener el valor de contarlo especialmente «para ayudar a quien lo necesite». Así concibe a día de hoy Almudena Martin su historia con el linfoma de hodgkin que le fue diagnosticado en 2020. Hace dos años terminó la quimioterapia y ahora, tres años después, está recuperada y las revisiones son buenas. «Para mí en ese entonces era muy importante tener esperanza, pensar que las cosas iban a ir bien. Creo que contar mi vivencia ahora puede ayudar a quien esté pasando por una situación similar», reconoce.
En Alcañiz protagonizó la charla ‘Tengo cáncer, ¿y ahora qué?’ que la Asociación Española contra el Cáncer en Teruel organizó en el Liceo. Sus palabras acapararon la atención del mas de medio centenar de personas que la escucharon sin interrupción alguna durante la cita.
Con valentía pese a la dificultad de ciertas partes del relato, Martín contó las diferentes fases que ha ido atravesando desde que la enfermedad llegó a su vida, un momento que coincidió con la irrupción de la pandemia. «Ese factor marcaba todo aquellos días», expresó. En mitad de esos meses, cuando apenas nadie sabía qué era lo que realmente estaba ocurriendo y el miedo se apoderó de la vida que hasta entonces conocíamos, la joven tuvo que vivir sola momentos tan críticos como cuando los médicos le dijeron que iba a morir. «Aquello ocurrió cuando tras los primeros análisis me diagnosticaron cáncer de pulmón. Más tarde, por insistencia, comprobaron que era un linfoma con metástasis que me afectaba a un pulmón y las vértebras», explicó.
La soledad de aquellos meses y el distanciamiento social también marcaron otros momentos a lo largo del tratamiento, como cuando estando internada sufrió las primeras caídas de pelo y al no poder entrar nadie a su habitación tuvo que raparse ella misma. En muchos instantes sintió cansancio y miedo, pero la compañía de los equipos médicos a lo largo de todo el camino siempre era un elemento más fuerte que le servía para plantarle cara a la enfermedad. «Es importante saber que una metástasis no tiene que significar la muerte», destacó.
Cuando pudo terminar el tratamiento, su reincorporación a la vida de antes fue lo más difícil para ella. «En ese momento tuve que acudir a terapia psicológica. También me ayudó mucho leer libros de personas que hubiesen pasado por lo mismo que yo estaba viviendo. Por eso también decidí empezar a escribir», cuenta. Y así, ella misma se convirtió en una de esas personas que emplean su historia para ir más allá. Su libro se titula ‘Tocada, hundida, ¡salvada!’, y se vende en librerías y por internet. «Fue mi terapia, pude tomar constancia de lo que viví. Esta charla espero que también haya podido ayudar», añade.