La campaña de recogida del Melocotón Denominación de Origen Calanda y, por tanto de entrada en el mercado de esta fruta, se ha adelantado de octubre a agosto gracias al éxito de la introducción de dos nuevas variedades. Los agricultores llevan ya una semana aproximadamente recogiéndolo en todos los municipios que no se han visto afectados por los daños meteorológicos. Con todo lo que se recolecte hasta el final de la campaña, se esperan buenas cifras de nuevo, unos 4 millones de kilos, aproximadamente, en toda la D.O.P.
Las variedades 570 y la 504 entraron el pasado año en la D.O.P. Melocotón de Calanda. Son más tempranas, bastante duras, de buen sabor, bastante aroma y más dulces. Se modificaron genéticamente las clásicas variedades, con lo mejor de algunas de ellas, y se logró este resultado. Por eso, se empiezan a recoger varias semanas antes que la Calante, Yesca y Evaisa. De la primera de ellas, por ejemplo, las nuevas variedades han sacado su dureza. Por su parte, el melocotón 504 tiene una forma más redonda respecto a su compañera nueva y algo más de pelo. Además, en orden de recogida, va primero la 570 y, diez o 15 días después, la 504. Respecto al nombre, que por el momento es algo técnico, la D.O.P. tiene en mente ponerles un nombre que las defina.
Sin embargo, su recolección temprana es lo que más llama la atención. De este modo, se tienen melocotones amarillos de Calanda durante mucho más tiempo y genera más semanas de producción para los agricultores. Así, no tienen que concentrar todo el gran trabajo de recogida en poco tiempo, sino que está más repartido, desde finales de agosto hasta finales de octubre o principios de noviembre.
Además de la fecha, una de las grandes características de estas variedades es que aguantan mucho mejor a las heladas, cuestión fundamental en un territorio que el año pasado ya se vio afectado por heladas imprevistas en abril, con los árboles en plena floración.
«Creo que haber introducido estas variedades es muy beneficioso para el sector, al poder comenzar antes la campaña y finalizarla como siempre. Además, desde que las añadimos a la D.O.P., ahora tienen también un valor añadido», concluyó Samuel Sancho. Por todo ello, consideran que «tanto el consumidor como el productor están muy contentos con estas variedades». Por tanto, si el tiempo sigue acompañando en las próximas semanas, se espera que se cumplan las buenas previsiones.
Excepto en las zonas en las que hubo pedrisco en julio, Puigmoreno y Albalate del Arzobispo, principalmente, el resto del territorio está bien, por lo que se espera «una buena campaña», indicó Samuel Sancho, presidente de la D.O.P. Melocotón de Calanda. «Espero que este año superemos con creces las previsiones del año pasado, ya que no ha habido grandes heladas», insistió Sancho. Sin embargo, el precio lo marca el mercado, en función de la oferta y la demanda que finalmente haya, por lo que, aunque es todavía incierto, se espera similar al de 2021. «Lo ideal sería que el agricultor pudiera quedarse en torno a 1,5 euros de media por kilo», puntualizó el presidente de la D.O.P.
En la cooperativa La Calandina, por ejemplo, sin ser una de las que más hectáreas tiene en con este fruto cultivado de todas las del territorio, esperan una recogida de unos 118.000 kilos de la 570 y otros 132.000 kg de la 504. Esa es la producción potencial, pero, una vez se haya recogido todo y se haya clasificado cada fruto, se sabrá cuánto finalmente va dirigido a la venta en D.O.P. Melocotón de Calanda, por sus buenas características. En esta cooperativa se calcula ya un 20% de la cosecha perdida por las heladas, y otro 10% aproximadamente de merma por el granizo (principalmente proveniente de las explotaciones más cercanas a Alcañiz, una de las ubicaciones de la última tormenta con pedrisco en el territorio).
Una de las zonas donde más se cultivan estas variedades es el Bajo Aragón Caspe, especialmente Chiprana y Caspe. Es el caso del agricultor chipranesco Rodrigo Perdiguer, quien ha percibido en sus explotaciones familiares más afecciones por la mosca de la fruta. Por todo ello, están a la expectativa de terminar la recolección y así saber de cuántos kilos es finalmente la campaña de este año. «Apostamos enseguida por estas variedades y nos han dado siempre buenos resultados», reconoció Perdiguer.
Mano de obra
Respecto a la recogida del producto, se ha percibido este año una falta de mano de obra para llevar a cabo la campaña. «Creemos que no es algo únicamente de este sector, pero tendremos que buscar alguna solución, pasando por reunirme con el nuevo consejero de Agricultura del nuevo Gobierno de Aragón cuanto antes», detalló Sancho.
Este problema también lo han notado en la cooperativa La Calandina, hasta el punto de que algunos de sus socios, por falta de trabajadores, han tenido que dejar variedades más tempranas sin embolsar (principalmente las que recogen a principio de verano, fuera de la D.O.P.). «Un melocotón cuando se embolsa obtiene mayor aroma, se protege de los roces y, sobre todo, de la mosca de la fruta. Por tanto, nos hemos tenido que arriesgar a tener más pérdidas o menos calidad en esos que se han quedado sin embolsar», detalló Antonio Cerdán, gerente de la cooperativa. Esa situación conlleva también más tratamiento al fruto para evitar los daños de insectos. Para paliar la falta de personal se han traído a trabajadores de otros países menos habituales en estas campañas, principalmente de África.
Años de prueba
Algunos agricultores llevan trabajando y cultivando estos productos desde hace años. La D.O. Melocotón de Calanda sacó al mercado entre sus agricultores asociados las nuevas variedades para que se fueran probando y comercializando. Por ejemplo, el chipranesco Rodrigo Perdiguer cuenta que hace ya 10 años que plantaron los árboles de los que obtienen estos melocotones. Y tres o cuatro años después comenzaron a tener producción, como es habitual. Poco a poco, más agricultores de la zona se fueron animando a probar estos nuevos tipos y en la actualidad las variedades 570 y la 504 son las más producidas en el territorio, para aprovechar así su temprana recogida y luego seguir con la Calante. Sin embargo, no fue hasta el año pasado cuando finalmente se dio el visto bueno a las nuevas variedades para introducirlas en la categoría de etiqueta negra.
«Para sacar una nueva variedad, es necesario que se haya cultivado durante años atrás para poder comprobar su buena calidad. Dijimos que se iban a introducir en la D.O. y paulatinamente se ha ido cultivando más en el territorio. Así que ya el año pasado se introdujo en los pliegos para que se pudiera comercializar como tal», detalló Samuel Sancho, presidente de la D.O.P. Melocotón de Calanda.
Además de todo esto, se pueden hacer otras combinaciones: «Intentamos poner diferentes pies, que algunos producen antes que otros, para poder estar cogiendo de manera más repartida una misma variedad», explicó el agricultor Rodrigo Perdiguer. Esos «pies» son la raíz, a la que se añade la propia variedad de melocotón. También se tiene en cuenta el tipo de terreno en el que se trabaja, pero es algo que se hace habitualmente y que cada agricultor ya conoce en su explotación, pero el fruto resulta el mismo.
Para que un fruto entre en la D.O. debe cumplir un calibre concreto, un color, una dureza, un sabor medio de dulzor y el aroma que tiene dicha especie autóctona. Una vez el fruto pasa todos esos requisitos es llevado directamente al mercado con la etiqueta negra.
ya no hay melocotones más gordos en chiprana ??