La segunda edición del festival de micromúsicas ‘Entre patios y bodegas’ de Valdealgorfa demostró el sábado que la pandemia no es excusa para disfrutar de la música de forma segura. Cumpliendo escrupulosamente las medidas de seguridad para evitar contagios, más de un centenar de personas disfrutó de un programa que combinó diferentes estilos en los rincones más pintorescos de la localidad.
El covid-19 llevó a la organización a sustituir los patios y bodegas por escenarios al aire libre. Todos ellos estuvieron provistos de hidrogel para las manos y las sillas -distanciadas más de dos metros- se iban desinfectando entre actuación y actuación.
Los valdelagorfanos y visitantes recorrieron, por grupos perfectamente estructurados por colores, seis escenarios diferentes. En ellos, artistas vinculados con el municipio ofrecieron pequeños conciertos de veinte minutos. El oboe se entremezcló con el jazz, la música celta y las versiones más roqueras para que el público viviera una tarde diferente.
«Le hemos dado muchas vueltas a la organización para poder sacar adelante este festival. Ha sido complicado pero estamos muy satisfechos«, explicó el coordinador Jorge Alloza, del grupo de dulzaineros de Valdealgorfa.