La numerosa comunidad de vecinos musulmanes que habita el Bajo Aragón Histórico vivió este viernes su día más grande: el fin del Ramadán, una cita en la que se pudo percibir la felicidad de los practicantes de esta religión desde primera hora. Las grandes comidas, los dulces, el té y el café fueron algunos de los alimentos y bebidas que volvieron a llenar las mesas musulmanas durante toda la jornada. Pero, antes de ello, el día comenzó con un importante rezo sobre las 8.00 en el que cada uno los vecinos procedió al acto. Multitud de musulmanes se unieron para rezar en comunidad, y gran ejemplo de ello fue el caso de Caspe, municipio donde alrededor de 800 personas se congregaron en el pabellón municipal, lugar que fue habilitado con anterioridad pese a que la localidad ya cuenta con dos mezquitas adaptadas a esta práctica.

Tras ello, todos ellos montaron banquetes con los que festejar el fin del ayuno que llevaban ejerciendo 29 días en los que han reservado las comidas estrictamente para la noche, tal y como marca su religión. Las familias han estado días trabajando en la cocina, para llenar las mesas de platos y, sobre todo, dulces típicos de cada región. La almendra, los huevos, la harina, el sésamo, el anís, el pistacho o el aguacate son algunos de los ingredientes que no han faltado estos días para preparar los mejores postres. Y con ellos en familia o entre amigos, los musulmanes del territorio cumplieron un año más con su tradicional día.
Todo esta jornada, además, se recibió con las mejores galas de cada uno. Los trajes típicos de cada región salieron a las calles en las mejores perchas. No obstante, otros también optaron por conservar su estilo occidental, pero con prendas de mudar, por lo especial de este día. Las mujeres, por ejemplo, han aprovechado la cita para pintar en sus manos bonitos diseños con henna. Así, las calles del territorio se llenaron durante todo el día de ambiente, túnicas, trajes típicos de otros países, abrazos entre los miembros de la comunidad musulmana y sonrisas por la celebración que han tenido entre manos.
Lounes Tariket, propietario de una tienda de productos alimenticios de Caspe, señaló que este día también se aprovecha para recaudar dinero para los más necesitados. Cada familia aporta una cuantía por miembro y, así, logran ayudar a quienes menos tienen. En su tienda no han parado de entrar diversos vecinos en busca de los últimos ingredientes para el festín que cada casa ha preparado. Este vecino, de origen argelino, ha destacado también la unión y familiaridad que caracteriza a esta celebración.

En las casas se ha ido desarrollando la celebración. Es el caso, por ejemplo, de la familia Ayadi Chadmi, de origen marroquí, donde han estado tres días elaborando diversos dulces con los que deleitar el paladar desde este viernes y hasta dentro de tres días. La chabakia, qadam alghazal, bgrir o harira son algunos de los postres que han servido en esta casa. Aquí, esta familia está de acuerdo en que «deberían facilitar esta celebración o el desarrollo del Ramadán en las jornadas laborales o escolares». Asimismo, Walid Ayadi, miembro de esta familia y presidente de la Asociación de Inmigrantes Magrebí del Bajo Aragón, ha reivindicado la enseñanza de la lengua árabe en Caspe, para «lograr una mayor y mejor convivencia entre todos y trasladar esta cultura a los vecinos caspolinos».

