Pedro Ciria (Zaragoza, 1979) es doctor en Historia y especialista en el primer tercio del siglo XX. Recientemente ha publicado con la Editorial Doce Robles ‘La inocencia del cruasán’, un libro ambientado en Aragón y especialmente en Zaragoza donde 1923 fue un año en el que confluyeron personajes y hechos históricos de relevancia nacional. Ciria es además jefe de Estudios de la Universidad de la Experiencia, una faceta que también le permite profundizar junto a su alumnado en lo que le apasiona.
Como especialista en el primer tercio del siglo XX, ¿qué tiene de especial la época para que centre el libro y todo su trabajo de investigación?
Me parece una época muy bonita en la que podemos sentirnos identificados con ‘Los felices Años 20’, el ‘Crack del 29’… En las clases en la Universidad de la Experiencia hablamos de esta primera mitad del siglo XX con los alumnos y hemos ido trabajando estos temas e indagando, y nos damos cuenta de que hay muchísimo por descubrir. Hay mucho escrito sobre otras épocas como la Guerra Civil pero los años previos a la República son mucho más desconocidos. Es difícil encontrar películas o libros ambientados en esta época que la describan bien.
¿Qué supuso para Aragón?
Digamos que Aragón como región explota en estos años 20 y deja de ser un territorio muy atrasado y crece. Ya no solo es agrario sino que se va generando la industria con todo lo que implica de cambio social y político. Estamos acostumbrados a ver muchas películas ambientadas en Nueva York y nos sentimos muy representados. Este libro está ambientado en Zaragoza, se centra en 1923 en un escenario de fondo que es la ciudad pero hay más como Caspe o el balneario de Panticosa y da la casualidad de que aparecen en Aragón muchas personas importantes desde Einstein hasta Alfonso XIII o varios generales… Algo absolutamente increíble. Pero no es una novela localista, cualquier persona de cualquier sitio puede sentirse identificada.
Deja claro lo que es real y lo que es ficción, es importante hacerlo así.
Sí, lo es. Algunos personajes no existieron pero otros sí, como el protagonista José María Gayarre, y el contexto histórico por supuesto que es real. Lo que no es real es la historia de amor que tiene una persona conservadora, católica de toda la vida y es homosexual. Gayarre fue muy polifacético y lo describí a fondo en la tesis doctoral que hice sobre fútbol en la época. Aquí he insertado al personaje con una trama ficticia y está en todos los acontecimientos importantes de 1923. El centro de la novela es un hecho que cambia la historia de nuestro país como es el atentado del Cardenal Soldevilla al que asesinan los anarquistas por lo que también aparece Durruti. El personaje de Gayarre ayuda al lector a empaparse de esta época para comprender un poco los entresijos y empatizar, algo que igual en un libro de 500 páginas no es posible. Creo que ese es el cometido de la novela histórica: conseguir que al lector le pique el gusanillo por la historia.
Y hay una sorpresa para los lectores de su anterior novela.
Sí, ahora se llama ‘crossover’ (ríe). En la anterior (‘Legionarios. El Maño’, Mira Editores), Tomás deja en el aire quién era antes de alistarse en la Legión y eso se resuelve en esta.
¿De este libro saldrá otro?
Yo estaría encantado porque hay muchos episodios que contar de la historia de Aragón que son mucho más relevantes de lo que creemos. Solemos atender mucho a los Reyes de Aragón, el condado de Sobrarbe, Petronila… Que está muy bien pero resulta que tenemos una época absolutamente fascinante, importantísima y sumamente relevante para España en el comienzo del siglo XX.