Pilar Estupiñá Franco tiene marcas en el pasillo de entrada a casa de los tambores y bombos que pasan por su puerta en Semana Santa. Son las señas del trajín que se vive en esa casa, cuartel general de la familia, a la que se accede por la puerta principal pese a que Pilar refunfuña y pide sin éxito que entren por detrás. En estos días reúne a la familia de su hija Núria y a la de sus dos hijos que residen en Barcelona. «Todo se guarda en el patio, aquí vienen todos», apunta Pilar, quien a sus 83 años y haciendo honor a su nombre es el pilar de una familia ligada a la cofradía María Magdalena desde sus inicios.
Pilar fue una de las fundadoras de la cofradía, que nació a finales de los años sesenta en una reunión de las Amas de Casa en el Casino. Fue una de sus primeras presidentas y la que más años ostentó el cargo. «Todas éramos mujeres casadas e íbamos haciendo lo que podíamos poco a poco», cuenta Pilar. La imagen era propiedad de la familia Crespo y hacía años que no procesionaba. Primero la bajaban cada año del granero de la Casa Crespo hasta que comenzó a guardarse en la Iglesia.
Pilar recuerda aquellos primeros años como de «mucho trabajo». Comenzaron con humildad y poco a poco fueron mejorando restaurando la imagen, modificando la peana, adquiriendo un estandarte y unificando su vestimenta, entre otros. Por ejemplo, ahora se adorna el paso con flores pero antaño se hacía con romero que recogían. «Íbamos haciendo con lo poco que teníamos porque había que salir. Algunas procesionaban hasta con bolso, después ya nos fuimos uniformando».

Su devoción por María Magdalena se la transmitió Pilar a su hija Nuria, quien lleva más de 15 años como costalera aunque este año no podrá salir por problemas de espalda. Antes estuvo en la banda de tambores y bombos, que se formó con un grupo de chicas hijas de componentes de la junta y algunas amigas. La relación de la familia con María Magdalena se remonta a antes de la creación de la cofradía. «Cuando se encargaba de él la familia Crespo eran los trabajadores de Casa Crespo los que lo sacaban. Entre ellos, mi abuelo Miguel Escuín Palomo», recuerda Nuria.

Como ocurre en tantas familias calandina, la casa de Pilar también está ligada a otras cofradías y en sus balcones lucen estos días María Magdalena, el Nazareno y la Dolorosa. De hecho, la hija de Nuria, Pilar, y su marido, son del Nazareno.