El inicio de las fiestas en honor a San Roque todos los años quedaba marcado a través del pregón del primer edil y la posterior puesta del pañuelo, por parte de Interpeñas. Desde que comenzó la tradición de vestir de esta manera al santo no se ha interrumpido ni un solo año. Por ello, también en tiempos de pandemia, la agrupación quiere mantener ese espíritu y, sobre todo, preservar esta tradición que caracteriza a Caspe.
De este modo, este jueves el presidente de Interpeñas, Abraham Martínez, fue el encargado de colocar el cachirulo, en esta ocasión de manera simbólica ya que no se celebrarán las fiestas patronales. Esta es la segunda vez consecutiva en la que el acto no inicia la festividad, sino que recuerda lo que fue y aguarda con esperanza la llegada de años mejores en los que poder vivir de nuevo los eventos lúdicos. «Hay cosas que queremos dejar marcadas, queremos que la historia siga su curso y que esta pandemia no nos borre nuestros símbolso y tradiciones», explicó Abraham Martinez sobre la importancia de mantener este evento.
Un acto simbólico
Por tanto, los representantes de cada una de las 13 peñas que forman la agrupación asistieron ayer al acto. Ellos fueron los encargados de llenar de color la Plaza de San Roque con las camisetas representativas de sus grupos de amigos. En esta ocasión fue el presidente de Interpeñas quien vistió a San Roque. Normalmente era una de las peñas la encargada de realizar el acto, además con distintas puestas en escena originales. Este evento conseguía abarrotar las inmediaciones de la Iglesia de San Roque.
El año pasado durante este acto los miembros de la agrupación, además, recordaron a las víctimas de la Covid-19. Para ello colocaron un cartel con el lema «Para que no falte nadie más. Espéranos en 2021».
No obstante, este año sigue habiendo restricciones sanitarias, por lo que en esta ocasión la asociación añadió una pancarta en la fachada de la Iglesia con el mensaje «En un año nos vemos aquí, con más ganas que nunca». Durante el acto también se leyó un manifiesto. El encargado de trasladar las palabras fue Alfredo Maranillo, de la peña Vuaynas. Él dio voz al mensaje de Interpeñas en el que lamentaron «otro año más sin una de las celebraciones que todos los vecinos de Caspe esperamos con tanto anhelo».
Tanto en esta ocasión como en el pasado verano, el evento simbólico del día 12 de agosto contó con unas jotas cantadas por la caspolina Sara Ferrer. En la letra de esta música se escuchó un clamor a lo que no ha podido ser: «Queríamos que fuera hoy el día en que nuestras fiestas volvieran a florecer. Otro año sin baile, peñas, ni petardos, pero con ansia de poder disfrutar».