Nueve alumnas participan en la segunda edición del Taller de Empleo de Atención Sociosanitaria de la Comarca del Bajo Martín
El centro Alfonso Zapater de Albalate tiene muchas funciones y por él discurren diariamente personas con diferentes objetivos. Es sede de Adibama, biblioteca, y también el lugar donde nueve mujeres han aprendido a desempeñar una profesión. Este año volvió a salir adelante una nueva edición -la segunda y última por el momento- del Taller de Empleo de Atención Sociosanitaria subvencionado por el INAEM que ofrece la Comarca del Bajo Martín. Una oportunidad de formación que atiende dos necesidades, la primera es la de aquellas personas en desempleo que buscan una nueva forma de acceder al mercado laboral; y la segunda la de nuestra sociedad, cada vez más envejecida. «En la zona tenemos una necesidad evidente de personal cualificado, tanto para trabajar en residencias, en el servicio de ayuda a domicilio… o en cualquier otro centro», explica Gema Martín, trabajadora social de esta comarca.
Con una alumna más que en el pasado curso 2018/2019, en este Taller de Empleo no han contado con ningún hombre inscrito. «Es un trabajo del sector de los cuidados y el porcentaje de mujeres es muy elevado…», comenta Olaya Quílez, directora y docente de este Taller. La media de edad de las alumnas se sitúa entre los 40 y los 45 años. «Les asusta un poco al principio porque hace mucho que no han estudiado, pero dicen que la parte teórica se les ha pasado muy rápido», comenta Olaya.
La mayoría de ellas han estado relacionadas de alguna manera con el cuidado de dependientes. «Algunas sí habían trabajado en el sector, otras no. Pueden haber sido cuidadoras informales de algún familiar, descubren que les gusta y que puede ser una oportunidad porque lo hacen bien», señala. Merche Izquierdo, de Albalate; y Miriam Gan, de La Puebla, son un ejemplo de cada caso. La primera no había estado relacionada con el sector; mientras que para la segunda el cuidar de familiares es algo que ha hecho durante toda su vida. Y las dos coinciden en señalar que esta formación es una «gran oportunidad».
El Taller -de un año de duración- comenzó en febrero, en horario de 7 de la mañana a 3 de la tarde. Ya han acabado la parte teórica y el pasado jueves llegó el turno de las prácticas, de gran importancia dentro del plan formativo. Son además «alumnas-trabajadoras», puesto que reciben una compensación económica durante este año. Con la realización del Taller optan a conseguir dos certificados: Sociosanitario de Ayuda a Domicilio y el de Instituciones. «Lo encaminamos mucho a personas dependientes de la tercera edad pero con el título se puede atender a otros colectivos», cuenta Olaya.
«Nos gusta recalcar que hay esfuerzo porque muchas veces no se reconoce», sentencia Olaya. Esta es una cuestión que también ponen de manifiesto las alumnas, que han trabajado duro y seguirán haciéndolo hasta el 2020 para aprender esta profesión. Una profesión además muy demandada y con una alta tasa de empleabilidad. De hecho, gran parte de los alumnos de la pasada edición ya han encontrado un empleo en nuestro territorio.