Retratista y pintor profesional. De esta manera le gusta definirse a Rafael González, pintor de origen barcelonés afincado desde hace un cuarto de siglo en Cretas, por lo que ya se considera un matarrañense de adopción. González es actualmente uno de los pocos retratistas que se dedican de forma profesional a ello. Sin embargo, pinta por encargo cualquier tipo de obra. Su carrera artística comenzó desde niño, cuando ya vio en la pintura su pasión. Se formó en la Escuela Superior de Arte y Diseño de Barcelona, la conocida «Llotja». Sin embargo el mundo laboral le llevó a trabajar en otro tipo de sectores. Fue en los años 90 cuando decidió dejar su empleo en la Consejería de Educación de la Generalitat de Cataluña y dedicarse de forma profesional a la pintura. «Fue una decisión muy meditada pero finalmente decidí que no quería que pintar fuese una afición, sino mi profesión», explica el pintor.
Durante toda su trayectoria ha tocado diferentes especialidades pictóricas, pasando por el abstracto y el dibujo, hasta el realismo en el que actualmente se ha especializado. Llegó al Matarraña prácticamente por casualidad. En los años 80 entabló amistad con un vecino de Monroyo afincado en Barcelona después de que al pintor le llamase la atención el acento y la forma de hablar del monrogino. «Recuerdo que nos sorprendió en un primer lugar ese acento y él nos decía que hablaba chapurriau del Matarraña». Allí nació una amistad que le llevó a conocer en 1986 Monroyo y varios lugares, como Valderrobres, Cretas y El Parrizal de Beceite. En este último paraje llegó a establecerse en una tienda de campaña durante casi 1 año, en el que se dedicó exclusivamente a pintar. «Me quedé fascinado por la luz del Matarraña y decidí que quería venirme aquí», explica.
Tras esa primera experiencia tuvo la oportunidad de comprar una casa en Cretas donde se estableció y montó su taller. Durante todos estos años ha expuesto en multitud de salas y espacios del Matarraña. La última que pudo llevar a cabo tuvo lugar en el Castillo de Valderrobres. Son muchos los ayuntamientos y edificios públicos del Bajo Aragón y Matarraña los que lucen alguna pintura suya. Una de las colecciones más conocidas es la de los 18 cuadros que pueden verse en la sede de la Comarca del Matarraña, en Valderrobres, y que representan a cada una de las localidades. El encargo de esta colección le llegó después de conocer a varios vecinos y alcaldes de la zona. González recuerda cuando conoció al entonces alcalde de Ráfales, Fernando Cavero, quien le presentó al vicepresidente del Gobierno de Aragón. «Cavero me presentó a José Ángel Biel, le comentó cual era mi profesión y gracias a ello el propio Biel me pidió que pintase para él», recuerda.
José Serrat «El Bicho» inmortalizado
La última de las creaciones que el pintor cretense finalizó hace varias semanas fue un retrato del conocido valderrobrense José Serrat, alias «El Bicho». El retrato luce desde el pasado mes de octubre en el interior del Bar La Caña de Valderrobres y ha suscitado un gran interés entre los matarrañenses en las últimas semanas. Todo ello a pesar de la complicada situación que está soportando la hostelería actualmente y que imposibilita que los clientes puedan estar dentro del local. Sin embargo, lo cierto es que tras la colocación de este cuadro el pintor ha recibido ya 3 encargos de personas que quieren ser retratadas. «El cuadro de José ha causado un gran impacto y en La Caña están contentísimos. Ha gustado mucho en Valderrobres y me está llamando gente que aún no me conocía», explica.
Lo cierto es que «El Bicho» suele ser retratado y fotografiado durante el solemne día de San Antón, en la Plaza de España de Valderrobres, mientras recita los Dichos a San Antón y vestido con el traje regional. Sin embargo González quiso inmortalizarlo con una pose más relajada y cotidiana y por ello incluso decidió que apareciese con una cerveza, como si estuviese socializando con otros vecinos a la hora del vermú, todo ello sobre un fondo de la panorámica de Valderrobres. Unos detalles que aportan una gran humanidad al cuadro. «Quise destacar el alma y la gran personalidad del Bicho. Cuando José Serrat vio el cuadro exclamó que era igual, se quedó mudo y pude ver el brillo de sus ojos. Estoy muy contento porque me lo agradece cada día que nos vemos», añade González.