Rosario Villajos (Córdoba, 1978) ha trabajado en la industria musical, cinematográfica, artística, cultural y hostelera hasta sacar su faceta como escritora, aunque continúa compaginándolo con su trabajo «alimenticio». Formada en Bellas Artes, ha vivido en Córdoba, su ciudad natal, Sevilla, Granada, Montpellier, Barcelona, Londres y Madrid. Y pese a ello, mantiene su acento andaluz. Villajos ha sido reconocida con el Premio Biblioteca Breve 2023 por la novela ‘La educación física’, un relato donde Catalina, de dieciséis años, se enfrenta a los abusos de la sociedad y de su propio cuerpo. Una voz narrativa explora su propia identidad a través del cuerpo, recogiendo el sentir de una generación, las adolescentes de los 90. Villajos presentó su trabajo en el Ciclo ‘A Puerta Cerrada’ de la librería Santos Ochoa el pasado jueves 11 de mayo.
¿Qué encontramos en la novela?
Es una novela de aventuras, aunque se desarrolla en apenas 4 horas, se basa en un montón de flashback de la protagonista, de cómo ha llegado a la situación de tener que hacer autostop. Es una novela de aventuras y un poco de terror, según me están llegando algún feedback, sobre todo para adolescentes que vivimos los 90.
También historia de abusos y batallas con el cuerpo.
Sí, que pone en primer plano el consentimiento y todo lo que una adolescente puede arrastrar en su cuerpo por la educación recibida. Para ello el narrador tenía que ser el propio cuerpo de Catalina, sabe más que ella y puede analizarlo de una manera más madura y consciente. Además, en ese ADN lleva el miedo de tus antepasados.
Nombras el terror, ¿quizás porque la gente se ve reflejada con la protagonista?
Eso parece, he querido en vez de coger las aventuras clásicas que tendría un chico de buscar un tesoro o cosas así. En su lugar es un día de mierda en la vida de una chica adolescente. La impresión que tenía era que estaba llenando el libro de obviedades, cosas que nos han pasado a todas, pero que necesitaba dejarlas por escrito porque hay un montón de hombres que no saben que esas cosas pasan.
Dices obviedades, igual hay que escribirlas porque tal vez no son tan obvias.
Exacto, y sienta muy bien dejarlas por escrito y ponerles nombre. Hacemos como si no pasara nada, pero sí que pasa. He intentado plasmar cómo te sientes cuando eso sucede, sobre todo cuando estás en una edad tan complicada que no eres adulta ni una niña.
¿Qué le ocurre a la protagonista?
Ella se va de la casa de su amiga, de un sitio que se supone que era seguro, porque se queda sola con el padre de la amiga y se propasa con ella. Ella se siente muy incómoda, se siente culpable porque él la hace culpable, le dice todo eso es culpa tuya. La única manera que tiene de volver a casa es hacer autostop. Estamos hablando de que son los 90, un par de años ha ocurrido lo de las niñas de Alcàsser, y el miedo lo tiene en el cuerpo. Pero aun así, ella prefiere hacer autostop a quedarse allí y llegar tarde a casa, porque además tiene metido ese rol de que tiene que estar a una hora en casa.
Está muy presente en la mente de la protagonista el caso Alcàsser, pero no se nombra específicamente, ¿los lectores comprenden esta comparación?
A la perfección, el crimen conmocionó a toda la generación, y también el propio tratamiento que se hizo, relatando en los medios a todas horas con el mayor de los detalles las torturas, ese miedo inundó a una generación. Además, tristemente, en cada pueblo hay un caso Alcàsser. Seguramente quién haya leído ni se ha dado cuenta de que no nombramos Alcàsser.
Una novela ficticia ambientada hace más de dos décadas, ¿es tan distópica de algo que pueda ocurrir hoy en día?
Yo creía que sí, escribía con la ilusión de que la gente joven viera esto como el Cuento de la Criada o algo así, pero me está llegando un feedback de chicas que dicen que hay cosas que han cambiado, pero otras no. Por ejemplo, hay cosas terribles, como el uso de las redes para humillar a las chicas, que está a la orden del día. Me dicen que se ven muy reflejadas con la historia, y eso no es buena señal, es preocupante.
Hay cosas que cambian, pero hay batallas que tiene que librar una mujer por el hecho de serlo.
Exacto, y eso habría que cambiarlo ya, pero es una cosa estructural. Se nos ha dicho siempre que es un extraño el que te va a hacer daño, pero eso no es lo que dicen las estadísticas. No hay nada más que ver que el número de muertes este año de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas, que no son extraños los que les hacen daño. Además del propio estigma que continúa habiendo y temas que no se pueden nombrar, desde partes del cuerpo femenino, la regla a la menopausia.
Todo esto se recoge bajo el título 'La Educación Física', ¿por qué este nombre?
Me gustan los títulos en los que se habla de lo que falta. Mi novela anterior se titulaba La Muela porque a la protagonista le falta una muela. En este me surgió el título súper rápido, haciendo uso de esa contradicción de la poca educación física que hemos recibido. No conocemos realmente nuestro cuerpo, aunque ahora afortunadamente se está empezando. Cuando era adolescente no sabíamos nada de nuestro cuerpo, estábamos esperando que viniera alguien a explicarlo, del sexo contrario la mayoría de veces.
Explicas que ahora sí que se conoce más la educación física, ¿por qué la conocemos?
Gracias al feminismo, ha hecho, por ejemplo, que tengamos en el vocabulario palabras que cuando era niña no existían como vulva.
También guarda estas batallas que tienen las mujeres también con su propio cuerpo.
Sí, relacionado un poco con este sentimiento de culpa del que hablaba antes, de cuando te hacen culpable de ser mujer por ser mujer, como si tú fueras provocando solo por el hecho de tener un cuerpo. Porque no te guste, porque la sociedad te dice que tu cuerpo tiene que ser de una manera, vestir de una forma, aunque no sea lo cómodo, porque la sociedad te dice que tienes que depilarte, aunque no sea lo más natural o maquillarte. Además de tabús y mitos para justificar estas imposiciones. Hay un montón de batallas, pero sobre todo la del miedo, la de la de tener miedo.
¿Por qué la novela está basada en esa época, en los 90?
Los 90 fue mi época de adolescente, es la que conozco. Pero también quería poner en evidencia el sistema. Es 1990, pero si lo lees y te sientes regular o reflejado es que tanto no han cambiado las cosas. No mejorará mientras veamos dos equipos, porque hay hombres que están en el mío, pero también mujeres que no están en él.
¿Ha sido una novela complicada de escribir?
Sí, porque el estilo que tengo tiene muchísimo humor, sé reírme de mí misma, pero no podía reírme de una historia que le podía ocurrir a muchas chicas. El humor iba a desviar la atención y esta vez no podía ser tan cobarde. Quería hacerla con un lenguaje muy sencillo porque tenía, y tengo, la ilusión de que esto llegue a los institutos para abrir un debate. Obviamente es una novela, no es un manual en el que las cosas sean así y punto, pero creo que puede dar pie a cuestionar muchas cosas.
Imagino que es muy satisfactorio como autor que un trabajo tuyo sirva para algo tan importante como es la propia educación.
Depende del tipo de autor o autora, hay gente que no le interesa para nada. Pero yo más que escritora me considero narradora, y a mí sí que me haría mucha ilusión. Cuando era adolescente tenía que estudiar
libros en los que no me sentía identificada o reflejaban como normal el machismo estructural y perpetuaban el mismo estereotipo, quiero que haya más y mejor oferta.
¿Qué supone recibir un galardón como este Premio Biblioteca Breve 2023?
No me lo acabo de creer, de hecho, me da hasta pudor hablar de él. Cuando veo quién más ha recibido el premio cuesta hacerse a la idea de estar también en esa lista. Desde luego supone mucha alegría y permite también tener la oportunidad de visitar muchas localidades y poder hablar, debatir y sentir el calor de la gente. Me quedo con los encuentros en bibliotecas y clubs de lectura donde la gente me cuenta sus historias, es muy impactante y reconozco que estoy aprendiendo a llevarlo, porque es muy emocionante ver que el libro ha levantado tantas ampollas. Además, ha sido mucho trabajo y disciplina y ver que tiene una recompensa tan importante anima a continuar trabajando.